Opinión

Más que palabras. El 'bote gracias' y la ideología

Ayer, poco antes de acudir a una de las interminables copas navideñas, nos reunimos un grupo de colegas en un céntrico bar de Madrid para tomar unas cervezas y la polémica surgió y ¡de que manera! a la hora de dejar la propina. No sabía yo que esto de las propinas tiene ideología, y me quedé de piedra al comprobar que también la sensibilidad política está a flor de piel y tiene un importante hueco en el ¡Bote gracias! Las opiniones, como el país, se dividieron en dos. Los que apoyaban la gracieta de Solbes, según la cual la maltrecha economía familiar se debe a que no hemos sabido entender, ni mucho menos administrar, el euro y por eso damos propinas exageradas a diestro y siniestro, y los que pensaban que ¡maldita la gracia! que el ministro en cuestión se limite a echarnos la culpa de que los precios estén desmadrados en vez de ponerse manos a la obra para que esto no ocurra.


En el calor de la discusión, uno de los colegas intentó mediar -con poco éxito, todo hay que decirlo- preguntándonos uno por uno cuánto solíamos dejar de propina y a la vez -al igual que hicieran los ciudadanos con el presidente del Gobierno- cuánto costaba un café. Ni uno de los allí reunidos, y éramos siete dijo la misma cantidad, pero en lo que todos coincidíamos es en que nadie deja un euro de propina por tomarse dos cafés. Ese fue el único punto de encuentro y también que a los máximo que se llega es a dejar una moneda de 10 o 20 céntimos, siempre y cuando te tengan que dar las vueltas porque si es un euro exacto, ni eso.


Mas allá de la anécdota, lo cierto es que el chiste malo del ministro Solbes, unido a la recomendación del Gobierno de que comamos conejo esta Navidad, ha dejado constancia no solo del distanciamiento de nuestro políticos con el común de los mortales y su total alejamiento de lo que ocurre en la calle, sino sobre todo de que en el horizonte económico pintan negros nubarrones. Frente a ello, nuestros políticos prefieren llamaros primero tontos y después insensatos por no sabernos administrar. ¡Vaya por Dios! No sé si hemos sabido o no 'interiorizar el valor del euro', pero sí sé que cada día nos cuesta más llegar a final de mes, por mucho que en la macroeconomía estemos, en versión Solbes, para tirar cohetes.


Y lo peor es que si hasta las propinas tienen ideología. ¿Qué será a partir de ahora lo que no tenga un insoportable tufo electoral? Lo de los periodistas contaminados por los políticos de quienes escribimos ya tiene mal arreglo... pero los ciudadanos hay algo que no perdonan a la hora de depositar su voto en las urnas: que sus bolsillos estén tan vacíos que no puedan tomarse un par de cañas y menos aún dejar un eurazo de propina...

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