Opinión

RUINA Y DÉFICITS

Estamos en la ruina y lo peor está aun por llegar. Ya sabemos que el déficits publico durante en pasado año fue del 8,51 por ciento, nada menos que 2,51 puntos por encima del 6 por ciento previsto para ese ejercicio. ¿Y eso qué significa? Pues ni más ni menos que el Gobierno de Rajoy tendrá que buscar hasta debajo de las piedras entre recortes de gasto y aumento de ingresos para conseguir que durante este año ese desfase baje al 4,4, al que nos hemos comprometido con la Unión Europea.


La herencia recibida, mal que les pese a los socialistas, es una auténtica pesadilla, pero no para el Gobierno que las va a pasar canutas y tendrá que seguir recortando donde no hay, sino para todos los ciudadanos que, al fin y al cabo, somos los paganos de esa mala gestión.


Hace mucho que se acabo la fiesta, pero todavía estaremos años recogiendo los cascotes y, sobre todo, en las comunidades autónomas que han sido las más manirrotas de todos. Según los datos del famoso déficits, la única que ha cumplido es la comunidad de Madrid, mientras el farolillo rojo lo tiene Castilla-La Mancha, e incluso el País Vasco que hasta ahora con su beneficioso régimen fiscal era la única que podía pavonearse de tener superávits en los nueve primeros meses del años, cerró el ejercicio con un déficits equivalente al 2,56 del PIB regional.


La conclusión es que estamos peor de lo que creíamos y eso obligará al Ejecutivo a hacer un plan de ajuste muchísimo más severo del que pensaba, pues tendrá que sacar, como sea, 50.000 millones de euros ¡que se dice pronto!. Dice el ministro Montoro, con razón, respondiendo a la falsa noticia de Reuters -según la cual Rajoy estaría inflando el déficits del 2011 para que las cuentas fueran mejor este año- que no hay posibilidad de hacer ejercicios de enmascaramiento contable, que España no necesita relajar sino reconocer donde está y que solo así saldremos aunque sea a la fuerza del atolladero. Estamos pagando a precio de oro el buenísmo, ruinoso de Zapatero, su inmovilismo, su idea de que era mejor no hacer nada, porque si lo hacia podía perder un electorado que al final le ha terminado por dar la espalda. Nos ha dejado el peor de los escenarios y encima los suyos, personificados en Rubalcaba, en vez de reconocer los errores tienen intención de envolverse en la pancarta, y así que sean otros quienes carguen con el mochuelo.


Estamos en la ruina, pero no será la primera ni la única vez que nuestro país consigue superar una mala racha y ahora lo hará, aunque en el camino queden demasiados sueños rotos y demasiadas esperanzas hechas jirones, como para tomar nota y estar vigilantes a la hora de juzgar a los malos políticos y peores gestores.

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