Opinión

El imperio Zara ya tiene su zarina

Para la mayoría de la gente de a pie Inditex nunca será Inditex. Siempre será Zara, el imperio creado de la nada por un maragato afincando en A Coruña, Amancio Ortega, para asombro del mundo empresarial del uno al otro confín. Una multinacional líder mundial en su sector que, sin embargo, sigue teniendo en su ADN el componente familiar, no en vano la familia Ortega ostenta una amplia mayoría en su accionariado con la que mantiene el control de la compañía, define objetivos, marca el rumbo y establece las estrategias pertinentes para que Zara nunca deje de ser Zara, una empresa confiable para sus accionistas, y miles y miles de empleados, y de confianza para sus millones de clientes. Son ya varias las generaciones que cada temporada buscan en las tiendas del grupo Inditex el modo de vestirse a la moda a precio de clase media o media baja, con un estilo propio que marca tendencia.

El imperio Zara ya tiene su zarina. Marta Ortega, hija del fundador, asumirá en marzo la presidencia del gigante textil. De ese modo se dará cumplimiento a las previsiones sucesorias. Seguirá habiendo un/una Ortega en lo más alto del puente de mando, aunque no sea quien lleve el timón en el día a día, tarea que recae en los profesionales de la gestión que también se han ido preparando para la ocasión y en los que la emperatriz sabe que puede confiar plenamente. Lo de la reina no es gobernar. La nueva presidenta no tendrá funciones ejecutivas, ni falta que le hace. Lo suyo es velar por que la nave avance en su singladura sin más sobresaltos que los inevitables, esos temporales en los que la mar enfurecida arroja a otros contras las rocas, si no tienen la suerte de que los haga encallar cerca de alguna playa.

Además de ser quien es, la hija del dueño, Marta se ganó a pulso el lugar que va a ocupar. Como está mandado en las monarquías más consolidadas, ya se encargó Amancio Ortega de garantizar la continuidad de la dinastía en una heredera que se preparó a fondo durante años para sentarse algún día en el trono con plena conciencia de la responsabilidad que asume. Empezó desde abajo para conocer los entresijos del modelo Zara. Seguro que se maneja bien con las hojas de Excel, pero sobre todo sabe de producto, algo clave en cualquier negocio de venta al público y más aún si se trata de moda textil, un bien fabril a la vez material e intangible. Para gestionar están otros, que también son como de la casa. Ejecutivos eficientes, nada agresivos, para quienes ocupar puestos directivos en Inditex tiene como especial retribución ser particípes del prestigio de una marca que es sinónimo de éxito global consolidado.

Los hombres hechos a sí mismos no suelen acertar en las decisiones cruciales, especialmente a la hora asentar y garantizar el futuro de las compañías que crean. Sobran ejemplos de sucesiones dinásticas estrepitosamente fallidas, incluso traumáticas. Ese no es el caso de Amancio Ortega. Pase lo que pase, dure lo que dure, al designar a la zarina Marta como sucesora sabe que cuando cierre los ojos podrá descansar tranquilo. Ella es una mujer de estirpe con temprana conciencia del papel que le tocaría jugar algún día y en cuyo horizonte vital está desde ahora preparar, con mucho tiempo por delante, a quien haya de relevarla garantizando que el elegido sabrá llevar el peso de una corona que además de joyas engarzadas también tiene sus espinas. Tiempo al tiempo. Y a Dios lo que es de Dios y a Amancio Ortega lo suyo. Saber delegar y encontrar al sucesor adecuado es de lo más difícil, también para el buen patrón. Tal vez precisamente porque su trayectoria ha sido de cine.

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