Opinión

La mirada del sur

En el sur de Europa se encuentran tres de los países con las economía más potentes de la Unión Europea y lo serán más tras el Brexit. Son también tres de los países más poblados  y sin duda de los que más peso político tienen, después de que España haya salido de la depresión provocada por la crisis económica, se haya comportado como un alumno aventajado a la hora de aplicar las medidas de austeridad recetadas desde el norte de Europa, y haya vuelto a participar en los foros formales e informales en los que se preparan  las decisiones importantes. Cuentan también con gobiernos firmemente europeistas y aunque  en dos de ellos la amenaza de los euroescépticos es patente –Francia y el Frente Nacional, Italia y el Movimiento 5 Estrellas- tienen difícil por el momento ponerse al frente de los Ejecutivos de sus países.  Junto a ellos otros cuatro países más pequeños, Portugal, Grecia, Chipre y Malta comparten preocupaciones, han sido sometidos en algunos casos a rescates económicos que sus ciudadanos han pagado bien caro –y lo siguen haciendo-, pero entre todos han colaborado a conjurar la crisis del euro y demostrar que no todo ha sido gastar en “alcohol y mujeres “.  

La mayor diferencia entre ellos, reunidos el pasado lunes en el palacio de El Pardo en su tercera cumbre informal, es que mientras unos se han mostrado reticentes a adoptar de entrada medidas muy lesivas para sus ciudadanos y aún aparecen señalados a menudo como  los ‘enfermos de Europa’ por no haber aplicado las reformas neoliberales impuestas por los ‘hombres de negro’que avisan de que pueden provocar nuevas turbulencias, los otros han sufrido las consecuencias del austericidio y los recortes añadidos al rescate económico y financiero.  

Los siete países del sur de Europa forman, no obstante, un lobby muy complejo, tanto por el peso de sus economías, la diferencia ideológica de sus gobiernos, inclinados ahora más hacia la socialdemocracia, a la espera del cambio en Francia, con España y Chipre con Ejecutivos conservadores, como por su visión de la Unión Europea del futuro.  Estas diferencias no han impedido un clima de acuerdo sobre las conclusiones del encuentro aunque hayan tenido un escaso resultado a efectos prácticos europeos, y sus presidentes y primeros ministros se hayan ocupado más de cuestiones marcadas por la agenda internacional como considerar “comprensible” el bombardeo de una base aérea siria por Estados Unidos, en respuesta al ataque con gas venenoso contra la población civil, sin dejar de señalar que las soluciones al conflicto sirio deben producirse en el marco de Naciones Unidas y de las conversaciones de paz.  

En cuanto al verdadero problema europeo en estos momentos, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la declaración de la cumbre de El Pardo siguió la línea de la declaración de Roma: primero las capitulaciones del divorcio y luego los acuerdos futuros. Con la salvedad de que los ciudadanos europeos y británicos a uno y otro lado del Canal de La Mancha no pueden ser los rehenes del ‘Brexit’. Y por supuesto todos apostaron por cortar la financiación del terrorismo islamista y por “más y mejor Europa”. Una frase que a fuerza de tanto repetirla sin llenarla de contenido, sin un nuevo impulso europeísta en aspectos sociales o de armonización económica y financiera, va camino de perder todo significado. ¿Y los refugiados? Bien gracias.

Te puede interesar