Opinión

SI LEVANTASE LA CABEZA MATÍAS PRATS

Para muchos españolitos de a pie, muy especialmente para los que vivieron su niñez o juventud en los años 40 y 50, que les hubieran dicho que un partido de fútbol no les iba a llegar por medio de la atropellada narración del locutor radiofónico les sonaría a chino. Entonces los aparatos de televisión estaban contados y cuando un españolito de las Alpujarras o de Piñor de Cea quería seguir las evoluciones de los Zarra, Marcelino o Di Stéfano tenía que hacerlo encendiendo el aparato de radio.

Sesenta años después las cosas parecen haber cambiado una barbaridad, como decía la canción de 'La Verbena de la Paloma', y Roures -amo y señor del imperio mediático en torno al deporte rey- parece querer ponerlo negro sobre blanco, aunque la voz cantante es la Liga, que exige ahora un canon a las cadenas radiofónicas para que puedan retransmitir los partidos.

Sin embargo, la gran pregunta sería qué hubiera sido del fútbol sin los locutores radiofónicos, esos que desde Matías Prats Cañete hasta los 'manolos' han mantenido la tensión de cada partido; hasta el punto de que no son pocos -más bien legión- los aficionados que siguen los encuentros de sus equipos favoritos poniendo la imagen televisiva y escuchando la narración desde las ondas al mismo tiempo.

Para uno, que ha tenido la suerte de disfrutar, aunque ya existía la televisión, de estas narraciones futboleras, que han sido, sin duda, corresponsables en un elevado grado de la mitificación de equipos, jugadores y consecuciones de títulos a nivel de clubes y selecciones, resulta ciertamente obsceno y excesivamente clarificadora esa prohibición de la LFP a las radios de retransmitir en directo mientras no paguen, aunque les sigan permitiendo asistir a los campos si están 'debidamente acreditados'. Si Matías Pratts cañete levantara la cabeza

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