Opinión

Confinamientos de antes y ahora

El Viejo Milenario había pasado la noche en blanco, los párpados se habían sublevado y no cumplían las órdenes emanadas por un capitán herido y falto de autoridad. Con esfuerzo, el anciano se levantó del lecho y, arrastrando los pies con dificultad, se dirigió a la ducha, abrió el grifo de agua fría y reaccionó con una inusitada fuerza después de recibir un fuerte chorro del primigenio elemento. Con la piel húmeda y sin ingerir alimento alguno, avanzó hacia el caótico refugio, su querido despacho, donde aislado del mundo se sumergía en sus recuerdos en compañía de los fantasmas del pasado. Como impulsado por una fuerza desconocida abrió un cajón y sacó un manojo de papeles. El primero de ellos era un recorte de prensa que contenía un escrito de X. Manuel Cid y de X. de Francisco sobre la biografía de Manuel Sueiro, abuelo del Viejo Milenario; el laudatorio artículo relataba la vida y obra de un personaje defensor de la Escuela Pública, maestro de cuatro generaciones: los que lucharon contra la “Dictablanda”, los que trajeron la República, los que soportaron el franquismo y los que en la actualidad intentan superarlo. Los autores lo definen como máximo representante de la ética transformadora, que supone la confianza en la juventud como portadora de nuevos ideales. El segundo papel es una poesía escrita por un autor anónimo en un momento de duda existencial, reflejando la angustia vital; recogemos sus primeras estrofas: Sueño, deseo, pienso, razono./ Cuanto, cuanto Dios mío, pienso,/ en ti, la noche eterna,/ el día infinito y solo en un instante, tu presencia alienta/ mi vida y mis ansias./ Deseo, ¿lo qué? No,/ no, no puede ser./ Mi razón se niega, rechaza,/ lucha, ¡no puede más!/ Mis sueños rompen la razón,/ el deseo se hace realidad, la desazón/ de la sinrazón invade mi pensamiento./ No, pienso, sueño. El triunfo del deseo/ rompe y alienta mis sueños,/ tal vez, quizás; más no, no puede ser,/ el sudor frío de la angustia/ ahoga el sueño, la razón impone su realidad. ¿Quién, por qué y cuándo se escribió este amago de poesía de verso libre? Sin duda algún fantasma del pasado.

Fechado el 27 de febrero de 1969, un deteriorado telegrama postal de la Instrucción Premilitar Superior de Santiago comunicaba al entonces Joven Milenario el haber superado las pruebas Físicas y Psicológicas que lo seleccionaban como excedente del I.P.S y lo destinaban al campamento de El Talarn, en Lérida. ¡Cuántos recuerdos de aquellos tres meses de intensa instrucción militar!; con permisos los fines de semana para trasladarse a la ciudad de Barcelona para gozar de la compañía de la familia de su hermano Manuel, en aquel entonces funcionario de Hacienda en la cosmopolita ciudad. Otros fines de semana le permitieron conocer el Valle de Arán, atravesar el peligroso puerto de La Bonaigua y visitar las ciudades de Pont de Suert, Sort, Rialp… Recordó lo mal que se comía, lo delegado que estaba, pesaba apenas los 50 kilos. El segundo campamento militar fue en Hoyo de Manzanares (Madrid) donde vivió un infierno, calor, escasez de agua, arrestos (fue el último de la promoción) detenciones de compañeros. Tuvo que esconder la propaganda antifranquista de un colega detenido e ingresado en el calabozo. Se arriesgó al abandonar el campamento para avisar a la célula del detenido que abandonaran el piso franco donde tenían el aparato de propaganda. Las prácticas las realizó en el cuartel de San Francisco de Ourense y en el campamento del Cumial, destinado a la guardia de puertas. Su osadía le empujó a intensificar su vida clandestina con el riesgo consiguiente. Entre los viejos papeles está su cartilla miliar con los ascensos y la especialidad adquirida; también figuran sus datos personales, incluida su estatura (1,70 m), su peso (62 kg) y su perímetro torácico (90 cm).

Los párpados empezaron a cerrarse, los recuerdos irrumpían en un pensamiento oxidado por el tiempo, recogió los viejos papeles y los guardó con esmero en el cajón de su mesa. Y lentamente abandonó el refugio de su soledad. Horas más tarde leyó en la prensa que la Justicia suspendía el aislamiento de jóvenes que no dieron positivo a pesar de ser contactos directos del macrobrote de covid. Sin comentarios: la realidad supera a la ficción.

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