Opinión

¿Desalmados?

Cuando escuché que el Gobierno de España proponía a José Manuel Soria como representante de nuestro país en el Banco Mundial sentí nauseas y solo exclamé: ¡desalmados! Una vez más, y van…; han actuado con prepotencia, chulería y desprecio a las más elementales normas democráticas. Quizás quieran demostrar su creencia de que las instituciones están a su servicio porque la “mayoría natural” (como afirmaba Manuel Fraga) apoya cualquier decisión que adopte el líder carismático de turno. No les importa el impacto que este nombramiento produzca en la opinión pública, pasan olímpicamente de las editoriales, noticieros o debates; mienten descaradamente sobre el procedimiento de la selección, y desprecian a los partidos de la oposición. Sin duda son unos desalmados, sus acciones son crueles, aunque no lo parezca, por el daño que causan a las personas en su integridad moral con el agravante de hacerlo sin compasión y con alevosía.

Cuando se publiquen estas líneas probablemente esté en Polonia recorriendo la ciudad de Cracovia y sus alrededores. Tengo prevista una visita al campo de concentración de Auschwitz, donde el nazismo asesinó impunemente a más de un millón de personas utilizando el aparato de Estado y dándole cobertura “legal” al mayor crimen cometido contra la humanidad. Sus protagonistas eran hombres corrientes, con familia, con trabajo reglamentado, obedecían órdenes y las ejecutaban con exactitud; lo hacían con el convencimiento de estar cumpliendo con su deber. La degradación del “hombre normal” no tiene límites cuando el marco legislativo en que desenvuelve su vida le da cobertura a la bestia que llevamos dentro. Hitler, Leopoldo de Bélgica, Stalin, Franco o Pol Pot son ejemplos de autócratas sanguinarios que legalizaron el exterminio de millones de personas en los territorios que controlaban y lo hacían contando con la pasividad de sus pueblos e incluso con la colaboración entusiasta de miles de anónimos ciudadanos (quise decir súbditos). Hoy el autoproclamado Califato actúa de igual forma y lo hace al amparo de una teocracia medieval alimentada por el odio y el fanatismo que desarrolla su actividad en un mundo caótico donde la existencia es un infierno.

Seria una falacia el comparar nuestra democracia con cualquier forma de régimen dictatorial. Quizás mi indignación me haga juzgar severamente la propuesta del ex ministro Soria como alto ejecutivo del Banco Mundial. Que el actual Gobierno de España utilice torticeramente la ley para beneficiar a uno de los suyos, salpicado por escándalos financieros de turbio origen, no es más que una, ya habitual, utilización de las instituciones en beneficio partidista. Pero si una pequeña herida se necrosa puede producir una gangrena mortal; es imprescindible iniciar la regeneración democrática que profundice en los derechos de ciudadanía. Los poderes del Estado están al servicio del pueblo y en cualquier caso han de preservar los principios éticos de la administración pública.

Tal vez no sean unos desalmados y únicamente sea fruto de los residuos del viejo régimen, incrustados en el tuétano de algunos políticos. Pero ha sido tan grande el rechazo (incluso en las filas del PP), que el presidente del Gobierno se ha visto obligado a presionar a Manuel Soria para que este renunciara a tan sabroso retiro. Lo peor es que la mentira y la manipulación han sido los únicos argumentos de una decisión política errónea e innecesaria.

Te puede interesar