Opinión

ISLANDIA, ¿OTRA VÍA?

He recibido un correo de un buen amigo sobre la silenciada revolución islandesa, el único país que en esta crisis se ha negado a pagar las deudas de sus bancos y socializar las pérdidas, llegando a denunciar y perseguir judicialmente a los banqueros responsables. Luego he leído varias noticias en la red sobre la situación actual en Islandia y he quedado sorprendido. El país, de trescientos mil habitantes, ha hecho dimitir al Gobierno, disolver el Parlamento y elegir por un procedimiento directo a los representantes que han de redactar una nueva Constitución. Lo que está pasando en Islandia tiene, por lo menos, tanta trascendencia como los movimientos de masas de los países árabes, que todavía han de recorrer un largo camino para homologar sus sistemas políticos a lo que comúnmente se denomina como 'democracia', con sus elecciones 'libres' para elegir a los representantes del pueblo. Lo de Islandia va mucho más allá: se cuestiona el sistema de partidos tradicional por obsoleto e ineficaz en las soluciones de los nuevos problemas, se persigue como a delincuentes a los responsables directos de la mala gestión bancaria, se pasa a una elección directa de los representantes del pueblo, por su capacidad, honestidad y compromiso, rompiendo la dependencia del círculo de poder de cada partido, iniciando un control de la riqueza del país con transparencia y participación de los ciudadanos. El procedimiento está en pleno desarrollo y su aplicación en otros países es cuando menos de dudosa viabilidad: Islandia cuenta con una reducida población, tiene independencia energética, infraestructuras limitadas, riqueza pesquera y buenas relaciones con otros países nórdicos; que no verían con buenos ojos una intervención extranjera.


Pero la experiencia islandesa es molesta, no agrada al sistema, ningún medio ha difundido el resultado de la revolución, ninguna televisión ha emitido imágenes, ningún analista financiero ha hablado del fracaso del FMI en la solución del problema, nadie ha comparado el tema islandés con Irlanda o Grecia. Un tupido silencio envuelve a todo lo relacionado con Islandia, se ha hablado más del lesbianismo de su presidenta que del referéndum de rechazo de la deuda, y sobre todo, se han comentado mucho más las erupciones del volcán Eyjafjallajokull y sus efectos devastadores sobre la aviación en el espacio aéreo europeo.


Pero las cenizas de su revolución social tienen mayor trascendencia que las volcánicas; si triunfaran habría nacido una alternativa al sistema financiero y al dominio casi absoluto del BM, y del FMI. Se estaría poniendo en marcha una evolución del sistema de partidos con la participación directa del ciudadano en la propuesta de candidatos y una administración más transparente. México fue invadido por menos y China fue colonizada por una insignificancia; eran otros tiempos, hoy existe un instrumento de consecuencias desconocidas, la Red, y cualquiera puede hacer uso de ella.


El cambio de ciclo es imparable y notorio; lo atestiguan los islandeses y, como no, Muamar el Gadafi, que jamás comprenderá (a los dictadores les es imposible), que los principios que impulsaron la Revolución Francesa en 1789 siempre movilizarán a los pueblos contra los tiranos y lo que éstos representan (recordemos que los pueblos árabes no han hecho la revolución burguesa y que la historia se escribe con todos sus capítulos, aunque en distintos escenarios).

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