Opinión

La vieja guardia

En la novela de Máximo Gorki “Los que fueron hombres”; se plasma con una destreza excepcional el comportamiento de los personajes del lumpen en la Rusia del siglo XIX, país corrompido por un agonizante zarismo. Los rincones más sombríos de la ciudad, sobre todo la calle Arrabal, lugar donde residían los ex hombres, los describe el autor con un minucioso lujo de detalles, lo que permite trasladar al lector al lugar donde se desarrolla la narración. Los protagonistas son seres degenerados sometidos a las pasiones más despreciables, dominados por el alcohol y acostumbrados a la violencia más gratuita. La historia personal de cada uno de ellos está regida por el fracaso y la frustración de quienes han perdido la condición de personas.

Hay dos personajes de la novela de Gorki que merecen una descripción especial; se trata de “Arístidis Kuvalda” conocido con el apodo de “El Capitán”, hombre de cincuenta años, con el rostro picado de viruela, abotargado por el exceso de bebida, de ojos grises, enormes…, hablaba reposadamente, con vibraciones roncas y cuando se encolerizaba las ventanas de su nariz se abrían mucho y sus labios se contraían descubriendo una dentadura entre amarilla y negruzca. Otro personaje de la novela es Felipe Titof “el maestro de escuela”, su sobrenombre venía de su experiencia como profesor en un instituto del que había sido expulsado, trabajó posteriormente en una fábrica de cueros, fue bibliotecario, procurador y finalmente escribía para un diario como colaborador. Estaba alcoholizado pero conservaba sus conocimientos y nunca agredía físicamente a sus compañeros de infortunio a los que solía leer la prensa y comentar las noticias más importantes.

Nuestro siglo y nuestro país está muy lejos de la miseria y corrupción de la sociedad rusa descrita por Gorki, pero sin embargo el comportamiento de muchos de los ex responsables políticos se acerca a la degradación moral de los marginados del novelista ruso. Cuando un ex habla de asuntos políticos en los que ha tenido responsabilidad y lo hace para censurar a quien hoy tiene que tomar decisiones de gran envergadura, fáciles de criticar por su complicado resultado, está cayendo en la más abyecta condición: es sencillamente un traidor.

Amparados en la libertad de expresión y con el convencimiento de contar con el apoyo de una gran parte de la sociedad civil, muchos “ex” anatemizan contra el Presidente del Gobierno por la orientación que ha dado a su ejecutivo en temas de un gran calado político. Se olvidan de que alguna de sus medidas en el periodo en que tenían responsabilidades de Estado, fueron claramente irregulares, cuando no ilegales. ¿Quién está en condiciones de tirar la primera piedra? No son lumpen, pero las ventanas de sus narices se dilatan cuando hablan ex cátedra y pontifican como sátrapas en la Persia de Ciro. ¿Quién tiene la llave para abrir un proceso de convivencia en libertad en la confusa Cataluña? El Estado de Derecho es la cobertura democrática para garantizar el cumplimiento de la norma, las actuaciones jurídicas y políticas son por su complejidad interpretables y flexibles.

“El Capitán” es violento, busca la confrontación, se alía con los más inmorales y pendencieros de la sociedad y se ampara en el “maestro” para justificar sus sentencias y cuenta para ello con un elenco de resentidos denominados “La vieja guardia”, que nunca han dejado de hostigar al advenedizo que usurpa el poder y que, además de hereje, se atreve a desafiar al rey alauita emulador histriónico del bereber Abd el Krim, mitológico héroe de la batalla de Annual.

Pandemia, Inmigración. Indultos, Cataluña, Ayuso, clima, agua, energía, impuestos, Colón, Justicia, neofascismo, ultra liberalismo, Educación, Sanidad, Gibraltar, Primarias…La vieja guardia se frota las manos: el renegado sucumbirá.

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