Opinión

Nazis

No han desaparecido, están ahí, agresivos, violentos, dispuestos a todo. Sus  principios no han cambiado, son los de siempre: xenófobos, elitistas, fanáticos, intransigentes, racistas y cargados de odio contra  los ’otros’. Odian la individualidad, el derecho a la libertad, el libre pensamiento. Consideran la ’Cultura’ como el origen de todos  los males, queman libros, desprecian al intelectual, al sabio, porque les creen peligrosos  ya que no les entienden. Aman la muerte,  la confrontación y se consideran elegidos  para imponer un ’nuevo’ orden, utilizando  para ello todos los recursos que sean necesarios. En los nazis, los viejos argumentos  permanecen inalterables, el judío, el masón,  el libre pensador, el homosexual, el gitano,  el negro, el minusválido... a todos los consideran una lacra, una anomalía que debe  ser exterminada. Niegan la Historia, la reescriben, la interpretan y no dudan en convertir a monstruos en héroes a los que imitan  e idolatran.  Tienen apoyos; oscuros poderes fácticos  los instrumentalizan, los financian, los ali mentan y los protegen. Surgen en todos los  países, en todas las culturas, sus símbolos  se universalizan y su lenguaje es siempre  el mismo aunque su expresión sea en distintos idiomas. Actúan en jaurías incontroladas, odian al emigrante, humillan a la  mujer, persiguen al débil y disfrutan con el  dolor ajeno.  Aborrecen la solidaridad, temen la libertad,  se estremecen ante la justicia, huyen de la  fraternidad y siempre gozan con el mal,  porque ellos son el Mal Son cobardes, peligrosos y no dudan en  achantarse ante un adversario más fuerte.  Su nivel de autocrítica; nulo. Su empatía,  desconocida. La tribu, su única realidad tangible. La bandera, la de ellos. La Patria, una  disculpa. Jamás desaparecen, en tiempos   adversos se ocultan introduciéndose en la  banca, en la iglesia, en los partidos políticos,  en las fuerzas de orden, en el ejército... en  aquellos lugares donde sólo manifiestan la  bestia que llevan dentro contra sus compañeros, contra su pareja, contra su familia,  contra sus vecinos... Son astutos y se reproducen cuando se les alimenta y brotan a  centenares en las crisis económicas, en el  desorden y en la guerra. Gozan al imponer  sus normas, sus principios y sus creencias  haciéndolo con crueldad y sin compasión. 

 Les gusta el uniforme, la parafernalia, lo  histriónico, la tortura, la violencia y la muerte. Aborrecen la solidaridad, temen la libertad, se estremecen ante la justicia, huyen  de la fraternidad y siempre gozan con el  mal, porque ellos son el Mal en su esencia  ontológica. La vacuna contra este mal está  en la educación en valores, en la defensa  de los Derechos Humanos, en aprender a  ser ciudadanos, ya que los ’unos y los otros’  configuran la inmensa riqueza de la humanidad. (En memoria de Carlos Javier Palomino).

 

 

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