Opinión

ODIO, ALIMENTO DEL MAL

De todas la definiciones que he leído sobre el odio me quedo con dos: la de Aristóteles, que lo define como un deseo de aniquilación de un ser que le es incurable por el tiempo, y la de Sigmund Freud, para quien el odio es 'un sentimiento profundo y duradero, intensa expresión de animosidad, ira y hostilidad hacia una persona grupo u objeto'. Este sentimiento anida en el cerebro de aquellos que potencialmente han generado una predisposición hacia el mal, son personas que ocultan complejos de inferioridad y se sienten amparados y justificados en acciones individuales o colectivas de extrema violencia. Para ellos, el desarrollo del sentimiento hostil hacia 'el enemigo' satisface la amargura de una inmensa infelicidad y no ven razón alguna para el arrepentimiento y la culpa por sus criminales actos. Es más, su subconsciente les protege alimentando más odio para retroalimentarse en su voluntad maligna.


Hay tres personajes que, estando de actualidad, son paradigma de sujetos malvados que viven por y para el odio y se mantienen en él como esenciales para conservar su identidad. El primero es José Bretón, el presunto parricida de sus hijos Ruth y José, persona fría, calculadora, carente de afectos, violenta y llena de odio hacia su esposa, Ruth Ortiz. Este individuo supuestamente ha asesinado a sus hijos para causar dolor a su mujer, ha intentado destruir todo rastro de sus cuerpos, como si fuesen objetos inmateriales propiedad de su pareja, tratando de aniquilarla en su espíritu; no siente ningún remordimiento y en sus tenebrosos pensamientos probablemente goce del daño causado a quien él considera como infiel y traidora. Su espantoso crimen, injustificable por su antinatural ejecutor, nos hace palidecer de horror como espectadores mediáticos de una escena dantesca, que sin embargo empieza a ser habitual en las páginas de los medios informativos.


El segundo criminal, al contrario de Bretón, presume de sus crímenes: Anders Breivik, el asesino noruego de la isla de Utoya. Éste los justifica en nombre de la identidad europea, del cristianismo, de su odio al multiculturalismo (especialmente al islam) y de su ideología nacionalista. Este sangriento paladín de los nuevos cruzados es el resultado de la siembra del odio contra el inmigrante, es fruto de la supuesta supremacía de la raza blanca, es el resultado de la confrontación de credos e ideologías estratégicamente sembrados en una Europa en crisis. Es un monstruo construido para el mal y alimentado por 'supuestamente dignos intelectuales', como el francés Richard Mollet, que no ha dudado es escribir un panfleto para justificar y comprender la masacre del asesino noruego. Este engendro solo se arrepiente de no haber cometidos más asesinatos; su mente robótica solo responde a estímulos violentos, es incapaz de tener un mínimo de empatía y se enorgullece de su maldad.


El tercero de estos personajes es Uribetxeberria Bolinaga, este reo etarra colaborador directo en varios atentados de la organización terrorista está en una fase terminal con metástasis en pulmones y cerebro. Él, que no ha dudado en actuar movido por el odio y nunca ha solicitado perdón por sus crímenes, pide de la Justicia que se le apliquen las medidas necesarias para su excarcelación. Yo creo que estás medidas nunca han de estar condicionadas por el rencor ni el odio de las víctimas, sino por la justicia y la misericordia. Es esa la diferencia entre la bestia alimentada por el odio y aquellos que claman por el perdón y el amor. La humanidad necesita que el odio deje de ser el alimento del mal, solo así alcanzaremos la armonía que nos hará felices. Como no podía ser de otra manera, apoyo la medida que ha acordado el juez ourensano José Luis Castro; ha sabido aplicar con cordura el estado de derecho y preservar, en todo caso, los derechos humanos.

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