Opinión

Viajando al pasado

¿Qué somos? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Un número? ¿Un nombre? ¿Una profesión?… Me rebelo contra la simplificación que se hace de cada ser humano que, para muchos, solamente se existe porque se vive el presente y se acumulan los recuerdos de un pasado que ha dejado de ser. ¡Cincuenta años! Ha pasado medio siglo desde aquel primero de junio de 1967 en que empecé mi periplo profesional. Vilariño de Pereiro de Aguiar, autobús, caminata de dos kilómetros, calor, ilusión, entusiasmo e incertidumbre. Hoy, recuerdos: Carmen, la entrañable compañera con la que compartía docencia en la vieja escuela unitaria; la falta de recursos, la sencillez del material, la leche en polvo, la humildad de los alumnos, su ansia de aprender, su admiración por lo nuevo…, la rigidez de las normas, las contradicciones de los valores, la sombra de la dictadura que todo lo controlaba; en el escenario mundial: la Guerra de los Seis Días y un héroe, Moshé Dayán. 

Todos tenemos vivencias que enriquecen nuestro pensamiento y alivian nuestras angustias. Las experiencias se mezclan con la teoría, en un juego macabro donde lo real se fusiona con los sueños en un vals donde las virtudes compiten con los vicios en un duelo eterno y consustancial al ser humano. La ambición, la envidia, la traición, la violencia y el miedo son venenos que fluyen por nuestro espíritu desde tiempos inmemoriales; solo existe un antídoto cada vez más escaso y difícil de encontrar: la ética que nos hace solidarios y nos abre el camino a la empatía con “el otro”. Ya en el antiguo Egipto el escriba Amenemope redacta una obra literaria en la que recoge los consejos que da a su hijo sobre la integridad, la honradez, el autodominio y la amabilidad, y le explica cómo alcanzar esas metas sin caer en prácticas deshonestas ni dejarse seducir por las adulaciones y siempre confiando en los dioses. Sus Instrucciones o Enseñanzas es el primer texto que define lo que sería una conducta ética. Pero es Sócrates en sus “Diálogos” quien marca el camino de la búsqueda del verdadero bien, el conocimiento y la sabiduría como esencia para alcanzar una conducta virtuosa. Kant afirmó que es el ser humano, dotado de conciencia, quien se da a sí mismo su propia ley moral; esa autonomía es la base de su conducta, siendo por lo tanto responsable de las consecuencias de sus actos. Sin embargo coexisten en la misma sociedad conductas inmorales, carentes de ética, en contraposición con otras que cumplen con el mandato evolutivo de la especie humana de un comportamiento ético cada vez más necesario para conseguir una convivencia en armonía. Algo difícil de conseguir ya que vivimos en un mundo condicionado por la economía de consumo que nos hace partícipes de un sistema amoral donde la ambición prima sobre cualquier otro comportamiento. 

¿Tienen pasado moral los Pujol, los Granados, los Bárcenas… y tantos otros presuntos corruptos, o son fruto de un sistema perverso que trasforma la conciencia y anula el entendimiento? ¿Es compatible el capitalismo con la ética? ¿Hay resistencia a la realidad de una sociedad de clases? 

En su novela “Viaje al pasado”, Stefan Zweig cita un viejo poema: “En el viejo parque solitario y gélido/ dos sombras buscan su pasado”. Hace 50 años, en una escuela unitaria… en oriente próximo, Israel aplasta a sus enemigos… la dictadura agoniza... Amenemope, Sócrates, Kant…ética y moral. Estado, capitalismo, corrupción… ¿sociedad fallida? 50 años, amistad y afecto, feliz aniversario Carmen. 

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