Opinión

ENCÍCLICA 'A CUATRO MANOS'

La noticia, comunicada de viva voz y sin papeles por el propio papa Francisco, de que pronto verá la luz una nueva encíclica dedicada a la fe, fruto del trabajo iniciado por Benedicto XVI y que el actual pontífice llevará a término, es muy significativa. 'Es un documento fuerte', ha comentado el sucesor de Pedro al referirse al texto que le entregó personalmente su predecesor, para añadir algo más que un guiño: dicen que está escrita 'a cuatro manos'.


Sabemos que es normal que un papa busque ayudas y aportaciones para trenzar un texto de una encíclica que solo puede llevar una firma. Pero aquí se trata de mucho más. El papa Francisco asume explícitamente el trabajo de su predecesor, aquí la continuidad no necesita ser teorizada, resulta sencillamente un hecho bien elocuente.


Y no se trata de un hecho baladí. En efecto, asistimos todos los días a las reconstrucciones y a los juegos de espejo que pretenden crear dos imágenes contrapuestas con la perniciosa conclusión (falsa pero efectiva en cierto imaginario social) de una especie de ruptura, de una suerte de nueva estación que dejaría atrás el legado de treinta años de Iglesia.


Sin embargo, se trata de la primera vez en la historia que un papa termina una encíclica iniciada por otro pontífice vivo.


Así las cosas, el papa Bergoglio asumirá como propias las ideas vertidas por Benedicto en la que iba a ser su última encíclica. Estamos por lo tanto lejos de rupturas, más bien debemos hablar de reforma en la continuidad que por otra parte no se reduce a este capítulo sino que seguirá manifestándose en otro muchos objetivos compartidos por ambos sucesores de Pedro, como son: mostrar la belleza del cristianismo a creyentes y no creyentes; volver la mirada a los pobres y estar cerca de los que sufren; promover la nueva evangelización, utilizando también nuevos métodos; continuar con la reforma de la Iglesia volviendo a la esencia del mensaje de Cristo; potenciar el diálogo interreligioso para ofrecer una aportación decisiva a la paz del mundo.


Así parece que se perfila el papado del romano pontífice, que tiene a su lado el papa emérito.

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