Opinión

Lucha de gigantes

El último escándalo de Facebook aviva el debate sobre las prácticas abusivas y la falta de control de las grandes tecnológicas

El apagón de Facebook de la semana pasada ha reactivado el debate sobre el oligopolio de las grandes empresas tecnológicas, una concentración que puede tener graves consecuencias en la economía mundial. Gobiernos y autoridades de todo el mundo tienen ya sobre la mesa distintas propuestas para regular y controlar la actividad de las big tech con el fin de reducir las prácticas monopolísticas y el fraude fiscal, mejorar la transparencia y evitar grandes debacles económicas de las conocidas como FAANG, acrónimo de las iniciales de Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google.

Uno de los países que ha tomado la delantera en este pulso a las tecnológicas es China, que ha propuesto en lo que va de año nuevas regulaciones antimonopolio y de transparencia para evitar, entre otras, reseñas falsas y monitorización de datos de la competencia. El gigante del comercio electrónico Alibaba y la gran empresa de entretenimiento digital Tencent son de las más afectadas por esta nueva legislación que pretende endurecerse todavía más, por ejemplo limitando el número de usuarios registrados por plataforma. Los efectos de esta incertidumbre han afectado directamente a sus cotizaciones, como ha ocurrido con la frustrada salida a Bolsa de Ant, propietaria de Alibaba, que prometía ser la mayor de la historia. Según últimas filtraciones, el gobierno chino tiene en su punto de mira a las empresas tecnológicas que ofrecen servicios financieros como Alipay, propiedad de Alibaba, y pretende crear una nueva empresa conjunta de propiedad estatal para la calificación de créditos y gestión de los datos de sus usuarios.

Esta dependencia e influencia de las grandes tecnológicas en la economía mundial centró uno de los últimos discursos de Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales. En su intervención, el exgobernador del Banco de México alabó el papel de las nuevas tecnologías como herramienta para acercar y mejorar el acceso a las operaciones bancarias en todo el mundo, pero también alertó sobre la inestabilidad financiera que puede generar la concentración de su actividad mediante un número reducido de compañías tecnológicas. Según sus datos, dos tercios de las operaciones bancarias en la nube se reparten entre cuatro big tech, lo que puede suponer un gran problema para la economía mundial en el caso de que se produzcan ciberataques o fallos de servicio como el ocurrido en Facebook la semana pasada. Castens abogó porque estas empresas mantengan una competencia justa, se preocupen por la protección de datos de los consumidores y que autoridades de todo el mundo cooperen en la elaboración de una regulación específica para la actividad de estas empresas, consideradas por los bancos centrales y grandes reguladores como demasiado grandes para quebrar.

Frente a la mano dura de China, y a pesar de la presión por parte de varias industrias y países para acelerar la regulación de las grandes tecnológicas en la Unión Europea, todo está en el aire. El pasado mes de diciembre se anunciaron nuevas medidas de transparencia como la Ley de Servicios Digitales o anticompetitivas como la Ley de Mercados Digitales, pero parece no haber consenso a corto ni largo plazo en los principales partidos europeos en cuanto a las medidas a tomar y los criterios para su aplicación. Las filtraciones de Facebook de las últimas semanas o la reciente investigación a Amazon por copia de productos de otros vendedores no han hecho más que aumentar la desconfianza por parte de la opinión pública en el poder de las grandes tecnológicas, especialmente en términos de privacidad y seguridad ciudadana. ¿Qué pasaría si uno de estos gigantes vuelve a desaparecer, y no solo por unas horas? Entre todos podemos evitar esperar a recibir esa respuesta.

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