Opinión

¡43 años!

Tal día como ayer, del año 1971, a las diez de la mañana y con la solemnidad del momento, en la capilla del Seminario Mayo de esta querida diócesis un grupo de entonces jóvenes recibíamos el gran don del sacerdocio de manos de nuestro recordado Obispo Temiño. En tiempos nada fáciles del post-concilio. Éramos: Atilano Casal, Manuel González, Ramiro González, Odilo Cougil, Antonio Villarino, Fray José Luis de Oseira, Manuel Sierra, José Pérez, Aquilino Rodríguez, Berardo Sobrino ( ya fallecido) y quien esto escribe.

Un grupo, todo hay que decirlo, que a pesar de los fallos y los avatares de la vida y con un clima social poco favorable desde el momento de la misma ordenación hemos permanecido y permanecemos en el ministerio siendo, como nos recordó el obispo en la ordenación, "ministros de Dios y administradores de sus misterios".

A todos nos ha tocado ejercer el ministerio en los más variados servicios, dos en misiones, unos cuantos en parroquias rurales, el monje de Oseira, tres canónigos; un grupo dedicado a la enseñanza, uno vicario de Pastoral nada menos que con cuatro obispos. Versados en los más variados temas desde la Espiritualidad, la Pastoral o la Liturgia hasta el derecho canónico. Dos nos dedicamos también a los medios de comunicación siendo, Antonio Villarino, el motor de una revista de misiones.

Si me permiten déjenme que les diga que personalmente es un día para dar gracias rendidas a quien, sin méritos propios, nos llamó al sacerdocio ministerial. Gracias por los dones recibidos pero también es necesaria la humildad para reconocer que ¡por desgracia! habremos, hemos tenido momentos todos en los que tal vez dejamos que desear.

Eso es lo que nos ofrece el devenir de la vida las luces y las sombras, los juncos y los mimbres de los que hablaba Pemán que muchas veces confeccionan rosarios para el cielo ,aunque en otras nos hayamos quedado en un cestillo para lo cotidiano.

Con todo, al hacer un necesario repaso de estos cuarenta y tres años, tengo muy claro que aquel grupo que salíamos con ilusión del Seminario de Vistahermosa hemos aportado nuestro grano de arena en esta diócesis ourensana. Un grano de arena, mejor de trigo, que únicamente en la otra vida veremos fructificar.

A nuestra memoria vienen también el cúmulo de ejemplares profesores y formadores que nos ayudaron en nuestra vocación de manera fundamental. Citar a alguno sería una injusticia por la omisión que supondría de los demás. A cada uno de nosotros nos han marcado los diferentes formadores. A unos uno y a otros otro porque, acaso sea esta una las cualidades del grupo. Todos diferentes y cada cual con características y modos distintos. Ese pluralismo es enriquecedor y, ¡vamos a presumir! es la gloria del grupo ordenado en aquella ocasión.

En el momento de dar gracias y también de pedir disculpas por los fallos, tenemos la certeza de que ya sea los Milagros, las Maravillas, la Clamadoira o María Auxiliadora, que son la misma, nos seguirá echando una mano al igual que nuestro querido Berardo y el Obispo Temiño que nos ordenó, desde el Cielo harán lo propio.

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