Opinión

La alegría y la esperanza

Definitivamente tengo un grupo de catequistas en mi capellanía para los españoles en el Patriarcado de Lisboa que estoy muy lejos de merecerlos. Están en todo y mueven tanto a los confirmandos como a los de Primera Comunión, que es una maravilla. Doy por ello mil gracias a Dios que sin ellos sería mi labor imposible, sobre todo en mi actual situación. La mayoría han sido alumnos.

Organizaron una convivencia en Fátima este año que ha hecho época. Dos catequistas, Laura y Ricardo, a los 22 años que ellos tienen, han sido capaces de movilizar a setenta jóvenes, tenerlos contentos y sobre todo entusiasmarlos. Porque hace falta garra para levantarlos a las cinco de la mañana para hacer el Viacrucis por el monte de la Cova de Iria y traerlos a desayunar felicísimos y alegres a las ocho de la mañana. Frescos venían como rosas.

Y, atrevidos ellos, le han escrito una carta nada menos que al papa Francisco. A mí me lo dijeron cuando ya la tenían escrita y firmada. Lo hicieron con la fe de que iban a conseguir una respuesta. Y esta vino a través de la Secretaría de Estado y de la Nunciatura en Lisboa el 28 de abril. La carta del papa es para meditarla, y ya la tienen plastificada todos los confirmados que la han repartido incluso.

Les dice entre otras cosas: "Saluda cordialmente y confía a la protección de la Virgen María los buenos deseos que cada uno lleva en su corazón, incluyendo en ellos el deseo de la alegría de la fe vivida con un corazón joven: ¡siempre un corazón joven aún a los setenta u ochenta años! Nunca seáis hombres y mujeres tristes: ¡un cristiano no lo puede ser jamás! ¡Nunca os dejéis invadir por el desánimo!”

“Nuestra alegría -les dice el papa-, no nace del hecho de poseer muchas cosas, sino de haber encontrado una Persona, Jesús, que está en medio de nosotros; nace del hecho de saber que con Él nunca estamos solos, aun en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida se encuentra con problemas y obstáculos que parecen insuperables... ¡y hay tantos! Pero Jesús nos acompaña y carga en sus hombros: aquí está nuestra alegría y la esperanza que debemos llevar a nuestro mundo. Y, por favor, ¡no dejéis que os roben la esperanza! No dejéis robar la esperanza... aquella que nos da Jesús".

Todo un programa que el patriarca de Lisboa, en su homilía el día de las confirmaciones, les recordó y recomendó a los 53 confirmandos. Porque es la alegría, la tónica que debe invadir a todos los creyentes, pero sobre todo a la juventud que hoy se ve bombardeada por la sociedad de consumo que les lleva muchas veces por caminos que conducen al desánimo y a la tristeza. Necesitan una alegría que nazca de la esperanza de la que les habla el papa Francisco, esa alegría de la que dice San Juan en su Evangelio que ya nadie la podrá arrebatar. Existen alegrías pasajeras hoy en día, fruto de vivencias carentes de fundamentos sólidos; y eso pasa pronto desgraciadamente para ellos. Las alegrías y felicidad momentáneas nunca llevan a puerto bueno y seguro.

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