Opinión

Veinticinco años después

Ayer hubiese cumplido 106 años y mañana se cumplirán los 25 de su fallecimiento en Sarracín a las 14,00 horas de aquel fin de verano de 1991. El obispo Ángel Temiño Saiz fallecía tras un cáncer que en poco tiempo le venció, a él que era un luchador nato en la vida. Dejó este mundo con todo el conocimiento, la mente muy clara y sabiendo, desde aquél 1 de mayo anterior, que su vida se acababa y pronto. Así me lo dijo repetidas veces aquel estío interminable y angustioso para cuantos le rodeábamos. Es un cuarto de siglo transcurrido y que poco a poco nos da una perspectiva más equilibrada de su persona con una categoría intelectual y espiritual fuera de toda duda.

Estos años, que he dejado pasar con toda intención, me han animado a publicar un libro sobre su vida que ya está imprimiéndose. Trato con ello de hacer publica “mi” opinión, respetando, por supuesto, la de los demás que, por otra parte, con el paso de los años son más equilibradas. Pido por ello, para cuantos lo leyeren, la comprensión necesaria para quien ha vivido a su lado durante veinte años y que, por ello, me facilitan para conocerlo más de cerca. Acaso por su carácter castellano, hubo gente que desconoció su verdadera personalidad, reciedumbre, coherencia y, sobre todo, su gran corazón.

La publicación tiene 10 capítulos y ofrece además una serie de datos, publicaciones y obras llevadas a cabo a lo largo de su vida, incluidos los documentos de su pontificado y una relación de todas sus intervenciones también en el Vaticano II. Aparecen medio centenar de fotografías a lo largo de cerca de cuatrocientas páginas en las que se recogen colaboraciones de personas que le conocieron y trataron. Ya está la obra terminada y esperamos presentarla en un Foro de La Región en fecha próxima.

Empiezo relatando datos de su vida para seguir en el II capítulo con cuatro pilares de su pastoral que examinan Miguel Barreto (el laicado), José María Francés (su pastoral en Burgos y en la Acción Católica), Vicente Proaño (su docencia como teólogo) y el obispo Miguel Arauxo (sobre el Seminario) que es citado en varios momentos aportando interesantes documentos. En el tercer capítulo recojo fundamentalmente artículos personales sobre mons. Temiño aparecidos a lo largo de estos veinticinco años y que son facetas de su vida. Sigue después la opinión de dieciséis obispos españoles, la de gran número de personas, fundamentalmente diocesanos, y ante sus bodas de plata episcopales.

Se recoge la relación de las obras realizadas en la diócesis y su magisterio en los capítulos siete y ocho, para terminar exponiendo sus momentos finales con la enfermedad que le llevó a su óbito. Y por último, en un anexo, una serie de documentos, títulos incluidos, que reflejan y ayudan a encuadrar su figura.
 

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