Opinión

La inmigración enriquece al país de acogida

Cecilia Muñoz, directora del Consejo de Políticas Nacionales de la Casa Blanca, y León Rodríguez, director de Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EE UU -copresidentes del Grupo de Trabajo del Presidente sobre Nuevos Estadounidenses-, son “hijos de inmigrantes” y atestiguan “el éxito que surge de la integración completa en la fábrica de nuestra nación”, los Estados Unidos.

Mientras eso sucede en la primera potencia económica del mundo, la vieja Europa ve como ACNUR califica de “vergonzosa” la situación de los refugiados en Grecia, incapaz de prestarles la asistencia más básica, al tiempo que la ONU alerta del caos en Grecia por la llegada de inmigrantes y exige medidas a la Unión Europea. De momento, las grandes potencias europeas no colaboran ante el problema de la inmigración y Bruselas carece de poder para meterlas en cintura. El resultado: dramas humanos en el Mediterráneo, día tras día.

La historia sigue ahí. Millones de europeos emigraron a EE UU y a otros países americanos, como Argentina, Venezuela, Chile o México, pero ahora sus gobernantes no sólo sufren amnesia sobre los que fueron sus padres y abuelos, sino que ni siquiera son capaces de prestar ayuda humanitaria a quienes, desde África, hacen más o menos lo mismo que hicieron en su día muchos irlandeses o españoles: huir del hambre.

Algo va mal. Es verdad también que en EE UU hay candidatos republicanos que vociferan contra la inmigración, pero al menos sus gobernantes, encabezados por el demócrata Barack Obama, demuestran tener un mínimo de sensibilidad. El testimonio de Cecilia Muñoz y León Rodríguez es toda una lección para los gobernantes europeos: “Los inmigrantes y refugiados han venido a nuestro territorio en búsqueda de oportunidades y libertad desde antes de la fundación de nuestra nación. El proceso de integrarse en una tierra nueva —lograr autosuficiencia, participación política y cívica e inclusión social— puede ser difícil pero las recompensas pueden ser inmensas.”

Cecilia Muñoz y León Rodríguez están “orgullosos” del trabajo que han realizado para identificar y establecer soluciones “de sentido común” que cambian la visión del presidente Obama de construir comunidades de Estados Unidos que “den la bienvenida” e “integren a los inmigrantes y refugiados para progresar”. Por supuesto, nada de esto se está haciendo en la Unión Europea, donde la inmigración se ve como una amenaza política, social y económica.

Al otro lado del Atlántico, a pesar de los problemas, ven las cosas de manera radicalmente distinta. “La inmigración es un problema que es crítico para el éxito económico continuo de nuestra nación y para el liderazgo global. Al darle la bienvenida a inmigrantes y refugiados, reflejamos nuestras orgullosas tradiciones y características distintivas. Al fin y al cabo, somos una nación de inmigrantes”, destacan la directora del Consejo de Políticas Nacionales de la Casa Blanca y el director de Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EE UU.

Lejos de demonizar a los inmigrantes, altos cargos de la Administración de Estados Unidos coordinan a 16 departamentos federales, agencias y oficinas de la Casa Blanca e incorporan a su discurso oficial la idea de que la integración de inmigrantes y refugiados desarrollará la competitividad global de su país. Es un lenguaje poco conocido en Europa, que tal vez debería difundirse más. 

@J_L_Gomez

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