Opinión

Touriño, ese demócrata

Emilio Pérez Touriño, en este fin de semana, se convirtió en el último en proclamar de los candidatos a la Presidencia de la Xunta de Galicia de los tres partidos con representación parlamentaria. Les avanzaré una primicia en la que usted, queridglectorg, estará de acuerdo: Touriño no ganará las elecciones, no será el preferido por lgs galleggs. Tenemos que recordar que Emilio Pérez es la tercera vez que se presentará como candidato a presidir la Xunta. En el año 2001 perdió las elecciones y su partido, el socialista, se convirtió en la tercera fuerza política de Galicia por detrás del BNG. También las perdió en el 2005, globalmente en Galicia y por supuesto en su provincia frente al número 1 del PP Alberto Núñez Feijóo. Es un verdadero especialista en formar parte de candidaturas perdedoras, como cuando fue Diputado en el Congreso o también en su primera incursión en el Parlamento de Galicia en 1997. Nunca obtuvo el mayor número de apoyos del cuerpo electoral, ni en la provincia ni en Galicia.


Viene esto a cuento porque obvió la victoria del preferido por las gallegas y los gallegos (a sólo un escaño de la mayoría absoluta se quedó el PP ¿...qué pasaría si Touriño no gobernara teniendo 37 escaños?). No reconoció el triunfo popular y comenzó a negociar con el BNG ‘un pacto de gobierno’ que consistió en renunciar a los programas electorales de ambos y elaborar un ‘refrito’ que no tuvieron la posibilidad de avalar los gallegos y que, para variar, fue incapaz de cumplir. Sabemos que gobierna Galicia una coalición de perdedores y que somos un caso único a estudiar por unirse ambos partidos únicamente por un motivo destructivo: ‘que no gobernara el PP’, legítimo vencedor de los comicios. Un ansia anti-popular que ha caracterizado estos casi cuatro años de ‘touriquintanismo’ donde han desplegado una labor, no de gobierno, sino de ‘oposición a la oposición’.


Un Touriño que prometió ‘regeneración democrática’ y practicó una ‘degeneración democrática’ sin parangón. Un ejecutivo con dos cabezas, dos gobiernos, dos presidentes, dos ‘proyectos’ y doble de despilfarro, propaganda, publicidad , expertos en la fabricación de parados. Un Touriño que negó las comisiones de investigación que reclamó la oposición, el partido más votado y grupo mayoritario de la Cámara Gallega. Un Touriño que consintió, y dispuso, operaciones en las que fondos públicos fueron utilizados con fines partidarios y electoralistas como el conocido caso de la agente electoral del PSOE contratada por la Xunta para recabar votos de gallegos residentes en el exterior. Una trama bochornosa que dice bastante del nivel democrático de quien ocupa la residencia de Monte Pío.


Y hablemos de talante, esa palabra mágica. Porque aquí Touriño arrasa en déficit democrático. Porque quien no se cansa de hablar de diálogo y de convivencia, quien forzadamente sonríe para conseguir una buena foto de portada, ostenta un déficit democrático inaceptable soslayando conceptos y principios básicos como el de la lealtad institucional. Sucede que interpreta la democracia pensando sólo en clave socialista, ignorando que debería representar a todos los gallegos. Así pasa con las reiteradas solicitudes de audiencia, inatendidas en estos casi cuatro años, de personas que, aún militando en partidos políticos diferentes al suyo, ostentan la representación de una provincia. Y la ostentan por ganar por mayoría absoluta una elección por los ciudadanos, algo en lo que Touriño nunca podrá soñar. Siempre que no. Discriminador y sectario, un cero en democracia. Muy deficiente en el talante del que presume.


Emilio Pérez Touriño volvió este fin de semana a mostrar esa carencia democrática. Porque no se le ocurrió otra cosa que ‘pedir el voto’ a los gallegos, algo que, como saben, sólo puede hacerse cuando está en marcha la campaña electoral. Una campaña electoral que, gracias a la irresponsabilidad de Pérez Touriño, ha sido objeto de numerosas especulaciones desde el pasado verano. Porque la fecha de las elecciones autonómicas de Galicia se convirtió en carne de rumorología, evidentemente alimentada por el propio entorno presidencial. Que si en septiembre, que si en octubre, que si en marzo o en junio. Impresentable que siendo la situación económica la que es, con una Galicia que preside que produce cientos de parados todos los días (como aquel gobierno de González al que perteneció), el teórico Presidente se dedique a frivolizar con un tema tan importante. Un Touriño que, hasta la fecha, ha sido incapaz de actuar como el Presidente que debiera ser, hablando claramente a los gallegos de cuándo piensa convocarlos a las urnas. La última ‘touriñada’ fue cuando dijo en una cadena radiofónica nacional que serían uno de los cuatro domingos de marzo. Una pena que alguno de sus setenta y cuatro asesores no le dijera que marzo, en el 2009, tiene cinco domingos.



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