Opinión

La beatificación de Pablo VI

Tras la reciente canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II el pasado 27 de abril de 2014, el próximo 19 de octubre será elevado a los altares el papa Pablo VI como Beato. El 20 de diciembre de 2012, Benedicto XVI había proclamado la “heroicidad de las virtudes” del papa Montini, cerrándose así el proceso canónico. Se hizo con una unanimidad que no obtuvieron en su día otros Pontífices, un consenso casi laudatorio, lo cual se ha debido en gran parte al buen hacer de los Postuladores de la Causa, primero el P. Molinari, sj, después el P. Marrazzo, cssr.

La muerte del papa Juan XXIII había dejado un gran vacío. Le sucedía Giovanni Battista Montini, a quien se le reconocía su vastísima experiencia en los asuntos curiales y la actividad pastoral ingente que había desarrollado durante su pontificado en Milán. Los cardenales escogieron muy bien porque en Pablo VI se encontraba como en síntesis la fuerza de ánimo de Pío XI, la capacidad de magisterio denso típica de Pío XII y la sustancial bondad, aunque parcialmente ocultada por un aspecto exterior menos sonriente, de Juan XXIII. Los viajes internacionales de Pablo VI asumieron una dimensión emblemática: en Jerusalén, el abrazo con el patriarca Atenágoras (enero de 1964); en el Congreso Eucarístico de Bombay (diciembre de 1964); en el discurso de la ONU, ante delegados de 117 países (octubre de 1965); en la misa celebrada en Fátima (mayo de 1967); en el Congreso Eucarístico de Bogotá (agosto de 1968), y en la oración en el Consejo Ecuménico de las Iglesias en Ginebra (junio de 1969).

Después de su muerte en Castel Candolfo, el 6 de agosto de 1978, llegaron a la Santa Sede peticiones a favor del reconocimiento de su santidad de parte de algunas conferencias episcopales nacionales, pero solo el 8 de septiembre de 1990, el obispo de Brescia monseñor Bruno Foresti se constituyó en parte actora de la causa de beatificación. Dos años después, la Conferencia episcopal italiana, el 23 de marzo de 1992, expresaba su parecer favorable a la introducción de esta causa, y el 11 de mayo de 1993 se abría solemnemente en el Aula de la Conciliación del Palacio Lateranense, ante la presencia del cardenal vicario y presidente de la Conferencia episcopal italiana, Camilo Ruini, quien dirigió un breve discurso en el que hacía una semblanza del papa tanto a nivel histórico, como a nivel de su santidad personal.

A mediados de febrero de 2014, la consulta de los peritos teólogos de la Congregación para las Causas de los Santos aprobaba por unanimidad un milagro atribuido a la intercesión de Pablo VI. La curación, ya juzgada “inexplicable” por la consulta médica guiada por el profesor Patrizio Polisca, fue examinada por los cardenales y obispos del dicasterio, antes de la aprobación final del papa Francisco. El presunto milagro concierne a la curación de un niño aún no nacido, que tuvo lugar en los años noventa en California. Durante el embarazo, los médicos habían encontrado un grave problema en el feto y habían sugerido a la joven madre como único remedio el del aborto. La mujer se opuso, queriendo llevar a término el embarazo, a pesar de que se le aseguró que el hijo nacería gravemente afectado a nivel cerebral. Ella se confió a la intercesión de Pablo VI, el papa que en 1968 escribió la encíclica Humanae Vitae. El niño nació sin problemas. Se ha esperado que llegase a la adolescencia para constatar la ausencia de consecuencias y la perfecta sanación. Y, he aquí su beatificación.

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