Opinión

Bala de plata

Acabo de hablar contigo. Tus últimas palabras, poco antes del habitual ‘¡hasta siempre, amigo!’ no pudieron esconder tanta amargura. Te creía recuperado de lo que no dejó de ser una separación traumática -cualquiera en la que se negocia con el amor de niños pequeños lo es-, convencido de que después de nueve años de convivencia la vida sigue y tus hijos llenarían el vacío del que deja atrás una etapa. ‘Nunca lo haría, te lo juro... ‘, me dijiste aún sorprendido por su denuncia. ‘No lo hice, no es justo, di mi vida por ella...’.

La violencia de género, un infierno que se ha cobrado la vida de 74 mujeres este año -nueve de ellas sólo en el pasado septiembre-, es mal principal en la que decimos sociedad moderna. Ante el problema, sin embargo, hay quien pretende sacar provecho en la desgracia. Es la tristemente popular ‘silver bullet’ (bala de plata), como llaman los anglosajones a las denuncias falsas cada vez más utilizadas en casos de divorcio.

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