Opinión

Nepotismo

Hace bastante tiempo que tenía especial interés en saber cómo nació la palabra nepotismo, teniendo en cuenta que actual-mente, por desgracia, está más de moda que nunca en nuestro país, pues el diccionario se limita, como no podía ser de otra manera, a sostener claramente que esa palabra corresponde a ’favor desmedido que un alto funcionario dispensa a sus deudos y amigos...’. Por otro lado, no interesa profundizar en el tema porque ya lo vemos todos los días, y los lectores ya saben perfectamente de que va la cosa. Nos limitamos, pues, a redactar, seguidamente, un breve texto en donde se aprecia el ’acta’ de nacimiento de la precitada palabra nepotismo.


En realidad, la institución más antigua operante en el planeta actual es la Iglesia católica, apostólica, romana, y una de las razones de su persistencia es que el clero católico, salvo algunas excepciones, es célibe. Como no tienen familia, ni esposas, ni hijos a quien dirigir su afecto natural, no hay nada que se anteponga a su lealtad a la Iglesia. Sin embargo, no es tan fácil decir: ’No te cases...’, ya que los sacerdotes católicos son también humanos con las mismas pasiones y deseos que los demás. En los primeros siglos de la Iglesia católica, el matrimonio clerical no era nada raro, era considerado normal en la fracción oriental de la Iglesia, que ahora conocemos por Ortodoxa Griega.


Hasta el papado de Gregorio VII en 1073, el celibato no fue impuesto obligatoriamente. Después de la Reforma Protestante, que dio comienzo en el año 1517, los misioneros de la nueva religión aceptaron otra vez el matrimonio.


Desde luego, antes de 1073, los sacerdotes católicos no eran verdaderamente célibes pues, aunque no se casaran, tenían relaciones irregulares y consecuentemente hijos no matrimoniales. Ni siquiera los de más rango eran inmunes, especialmente durante el Renacimiento, cuando la moral estaba muy relajada.


Así, pues, ahí tenemos a Alejandro VI, que llegó a Papa en el año 1492, tenía varios hijos naturales, incluyendo la famosa Lucrecia Borgia. Les tenía a todos un gran amor y usó su influencia para proporcionarles todo tipo de seguridad económica. Esto era precisamente lo que más podía dañar a la Iglesia, que quiere el celibato especialmente para evitarlo.


Por su parte, los prelados no podían llamar ’hijos’ a sus hijos, de manera que los llamaron sobrinos. Cuidarse de los hijos (o de otros familiares) se llamó, pues, nepotismo, del latín ’nepos’ (sobrino). El vocablo se usa hoy referido a preferencias familiares, aunque no sean de la Iglesia, como cuando un jefe de un puesto de trabajo da o concede un cargo muy descansado a un yerno suyo.

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