Opinión

INDIGNADOS, BASTA YA

Ese movimiento de protesta contra todo que empezó en la Puerta del Sol de Madrid el 15 de mayo, sospechosamente una semana antes de unas elecciones que iba a ganar el PP, se ha convertido en una revuelta de bastantes maestros y estudiantes en vacaciones que organizan una intifada contra la próxima visita del papa, junto con cientos de cherokees antisistema y perriflautas que exigen vivir de subvenciones. Su éxito fue arruinar seguramente a los comerciantes del centro de la ciudad, algunos humildes quiosqueros, y otros que tienen que pagar 300 euros mensuales por metro cuadrado de tienda.


Millares de biempensantes que se unieron al principio creyendo en el valor del asambleísmo, históricamente una experiencia irracional, fueron apartándose del 15-M, que se transformó en el Movimiento de los Indignados, más antisistema y centrados en la hostilidad al papa. Lo llamativo ahora es que los pocos indignados de primera hora que siguen ahí están haciéndose perriflautas por contagio: gamberros a los que los vecinos les gritan ¡Basta ya!


Inicialmente la vida perrifláutica es atractiva. Se viaja mucho y se vive de limosnas y en 'kasas okupadas'. El problema aparece cuando el perriflauta va avejentando, quedándose con la china adulterada y el cartón de vino como consuelo. Izquierda Unida quiere conquistar a los indignados para sus filas. El desconcertado PSOE, que tanto los halagó, los besa y apalea. Confuso 'amor de madre'. Como sigan así, los partidos gochistas y los indignados terminarán haciendo cola en los comedores de Caritas, dependientes de su odiado papa.

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