Opinión

Las cabezas de los futbolistas

Hace unos días, el futbolista adscrito a la disciplina del Atlético de Madrid Antoine Griezmann, anunciaba al mundo en su cuenta social una noticia trascendente. El jugador internacional por Francia comunicó que  había decidido usar un nuevo tinte para su cabello y  que se lo había cortado también de un modo más radical, más corto en las sienes y más agresivo a partir de la coronilla. Para demostrarlo, incluía una foto de su nueva apariencia, tomada en la playa de algún lugar paradisiaco del globo terráqueo donde pasa sus vacaciones. En ella, se le veía efectivamente con su pelo en tono ceniciento y su nuevo peinado. Desde que se inició el verano, los diarios deportivos han decidido guardar una parcela amplia de su espacio de papel o de su edición electrónica para informar de las vacaciones de los jugadores de fútbol masculinos y femeninos, sección que renuevan todos los días gracias a las aportaciones que proponen sus propios protagonistas retratándose y publicando esos retratos de sus privilegiados asuetos en sus redes sociales.

Resulta sorprendente la dedicación que los jugadores de fútbol aplican en su existencia cotidiana al diseño y cuidado de sus tratamientos capilares. Sus cabezas marcan tendencia y todos los niños del mundo se cortan el pelo como sus ídolos  aunque los estilos que impongan sean de lo más estrambótico, porque los futbolistas –mucho más los hombres que las mujeres porque son por el momento más famosos y ganan mucho más dinero que ellas- se han convertido en los referentes de moda más seguidos y desde luego sus más entusiastas y dedicados consumidores. Tatuados hasta las cejas y mostrando sus atuendos, sus  complementos exclusivos, sus chalets de ensueño y sus flotas de automóviles de gran cilindrada, el poderío económico que los caracteriza les convierte,  queramos o no, en la nueva aristocracia. Bólidos, lujo y derroche, aviones particulares, lanchas, diseño y contratos por las nubes…

Sospecho que es una respuesta hasta cierto punto natural a la situación planteada y que es la situación la que dicta las normas porque tiene mucho de disparatada. Jóvenes, guapas y guapos, libres, famosos y con pasta gansa, lo malo es que no siempre se es joven y popular como muy bien sabemos los viejos que algún día lejano también fuimos jóvenes. Tener la cabeza es su sitio en semejantes circunstancias cuesta. Pero se logra incluso con peinados a la última moda.

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