Opinión

De bolos


Leo por ahí que los tácticos de Ferraz y Moncloa dan los últimos toques a un plan que, tomando al presidente Sánchez como epicentro, tocará a la movilización general de todos los cargos del tejido político socialista. Se prolongará hasta diciembre y aspira a cumplir el objetivo de acercar el partido al pueblo como premisa fundamental para recuperar el capital dilapidado y variar el signo hostil de todas las encuestas menos la del CIS que cada vez cuenta menos. Ministros,  presidentes autonómicos, diputados, alcaldes, concejales, altos cargos de las administraciones… todos llamados a capítulo y esparcidos por la geografía nacional para expandir el catecismo del actual Gobierno con el presidente a la cabeza, erigido como máximo activo de una larga tournée que se iniciará a primeros de septiembre en Sevilla y que lo exhibirá como cabeza de cartel en al menos treinta de las citas. 

Teniendo en cuenta que el presidente lleva desde que volvió de vacaciones inmerso en una ambiciosa gira por la América Latina en la que aspira a convertirse en el líder de un programa de entendimiento de Europa con los países americanos de habla hispana, lo más lícito y lo más razonable es formular al jefe de Gobierno la famosa y tantas veces utilizada pregunta de: “qué hay de lo mío”. Es comprensible que Sánchez desee conquistar con hechos el mercado internacional que lo tiene ninguneado, e incluso es hasta lícito que se proponga ser alguien en el universo de las relaciones exteriores en el que tan malamente nos hemos valido, pero esta aspiración debería sustanciarse cuando el máximo responsable de la gestión política nacional tuviera medianamente resuelto su patio interior. Y ese no lo está ni  mucho menos.

Estos días se ha publicado en los periódicos un dato que alerta de cómo se está tomando el españolito medio la aparición en lontananza de un invierno que se avecina serio. El ahorro ha crecido de un modo significativo y al cierre de los datos correspondientes al mes de julio la cantidad domiciliada en depósitos o cuentas corrientes y otros activos bancarios directamente conectados con la estrategia de guardar dinero era de casi un billón de euros. Los españoles  invierten mucho menos en Bolsa y tienen miedo a la crisis. Así que ahorran y esperan.

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