Opinión

Dentro del laberinto

Madrid es una ciudad blindada por cielo y tierra como anfitriona de la cumbre de la OTAN, esa organización fundada en Washington en 1949 con la que está enfrentado buena parte del Consejo de Ministros que recibe a los representantes de los estados miembros durante estos tres días de estancia en España. Se trata de una situación  absurda que no aciertan a explicar ni los propios portavoces de dicho Gobierno, cuyas ruedas de prensa nos han mostrado momentos demenciales cuando los periodistas destacados en Moncloa han tratado de averiguar por dónde le da el aire en tan delicada situación a la ministra Montero, que no ha podido o bien no ha querido abrir la boca, se ha puesto de perfil y se ha colocado en el atril sorda, muda y con cara de póker.

El caos ininteligible en el que vive el ejecutivo que preside Pedro Sánchez en materia de política internacional se pone de manifiesto todos los días pero se aprecia mucho mejor durante esta cumbre OTAN en la que, mientras Sánchez se aferra a la cita para tratar de equilibrar su difícil situación y confía en ella para que lo saque a flote, sus socios del ala dura se movilizan y organizan manifestaciones en su contra utilizando la calle. Sánchez tiene un gravísimo problema tras su cambio de posición en el Norte de África, porque no ha tenido otro remedio que variar su discurso incluso en situaciones tan dramáticas como la que ha protagonizado la gendarmería alauita en el bárbaro episodio del asalto a la valle de Melilla que se ha saldado con la muerte de más de veinte personas. Sánchez tiene que cargar con la detestable necesidad de disculpar esta atrocidad en virtud de su nueva situación que le coloca como socio de Rabat, y sin embargo necesita mostrarse al mundo como un adalid de la democracia. Ayer le rechinaban las muelas mientras en su papel de anfitrión, defendía a ultranza los derechos humanos con la matanza marroquí al fondo, arrastrando a la ministra Margarita Robles que ya no sabe por dónde salir en este laberinto en el que está sumergido el Gobierno de España: “Hay que ser contundentes en emigración, –decía la titular de Defensa- detrás hay mafias”. Para liarla más, la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, ha encargado una investigación de los hechos de Melilla que coordinará la fiscal de extranjería, Beatriz Sánchez. A ver que sale aunque si lo manda Delgado ya se sabe…

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