Opinión

Después de una goleada

Este PSOE desastroso que ha tejido en torno a un ejemplar necio e irresponsable llamado Sánchez, se ha negado a reflexionar honestamente sobre la catástrofe

Los periódicos se han llenado ayer de juicios, interpretaciones, valoraciones y análisis ponderados, sesudos, filosóficos y en casos, francamente sesgados y atrabiliarios, sobre el significado de la victoria obtenida por el PP en Andalucía que otorga a su líder, Juan Manuel Moreno Bonilla, una mayoría absoluta tan amplia y fulminante que le sobran tres escaños para gobernar en solitario. Juanma Moreno, que viene de un Gobierno de pacto, ha mantenido un tono sereno y conciliador, ha sabido transmitir confianza al electorado regional más nutrido de España –Andalucía tiene casi nueve millones de habitantes- y ha hecho causa principal de un comportamiento político cercano, libre de imposturas, respaldado por el acierto en la gestión de los bienes públicos y caracterizado por el sentido común, el orden y una sencilla y eficiente responsabilidad pragmática que ha marcado distancias con los disparatados gobiernos socialistas anteriores clientelistas, golfos y manirrotos, infectados de  instancias vacías donde cobijar enjambres de inútiles viviendo de la sopa boba y listo para holgazanear y poner el cazo.

Sin embargo y al hilo de esta reflexión, compruebo que pocos comentaristas por el momento se han detenido a analizar  con la precisión suficiente dónde comienza el triunfo arrollador de Moreno y donde acaba el fracaso histórico del PSOE. En el fútbol, cuando se produce una goleada, el debate se fija en adjudicar la victoria al acierto de unos delanteros muy buenos o culpar de ella a defensas y porteros por malos. Aquí me temo que es igual.

Asistí perplejo al demencial comportamiento de Adriana Lastra tras el definitivo desastre socialista y comprendí que el “sanchismo” no estaba dispuesto a asumir las culpas de nada. Este PSOE desastroso que se ha tejido en torno a un ejemplar necio e irresponsable llamado Sánchez, se ha negado a reflexionar honestamente sobre la catástrofe y se ha instalado en un frenesí insensato y ciego que puede acabar condenándolo a la desaparición en un par de años. Es una deriva imbécil que ya no conduce a ninguna parte, ha sacado lo peor de un partido histórico y esencial en la democracia española, y lo ha convertido en una ridícula caricatura incoherente y deshonesta de sí mismo. Gracias Lastra, Tezanos, Bolaños, Chaves, Montero, Griñán, Zarrías, Ábalos y muchos más. La Historia se encargará de juzgaros.

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