Opinión

Los estados de opinión

E l día después del triunfo de Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos nos depara una catarata de reflexiones reflejadas en las primeras páginas de todos los periódicos del mundo incluyendo claro está a los de su país, que han mostrado mucha mayor diligencia a la hora de analizar las consecuencias de la victoria del controvertido magnate que a la hora de predecirla. Trump ha ganado quebrando las encuestas, los estados de opinión, el deseo de las figuras del espectáculo, los colectivos de la cultura y el intelecto y los medios de comunicación más influyentes, cuyo comportamiento ha demostrado que tienen más influencia teórica que práctica. Desde el primer momento, cabeceras tan emblemáticas como “New York Times”, “Washington Post” o “Boston Globe” se han volcado con la señora Clinton, y si bien la candidata demócrata ha ganado en los estados donde se editan los tres rotativos –en Washington DC ha alcanzado su máxima victoria cosechando un 93% de los sufragios por el 4% de su oponente y también se ha impuesto bien en Nueva York con 59-37 y en Massachusetts por 61-34- lo cierto es que el argumento defendido por esa prensa liberal y comprometida no ha calado más allá de sus fronteras naturales y por lo tanto sus editores y periodistas deberán sumirse en un ejercicio de reflexión tan necesario como profundo. El partido demócrata ha perdido feudos emblemáticos como Michigan, Florida, Pensilvania, Ohio, Iowa o Wisconsin, estados norteños que no votaban a los republicanos desde mediados de los ochenta y en los que Trump ha ganado en muchos de ellos por la mínima pero en otros con apariencia más desahogada. Esas cabeceras tan famosas han seguido mostrándose sumamente críticas con el vencedor a la mañana siguiente pero ni ellas, ni las estrellas de Hollywood ni los astros del baloncesto, ni siquiera Bruce Springsteen, han conseguido para a este sujeto. El balance final es 306 a 232 y que cada palo aguante su vela y se analice a sí mismo.

La palabra Trump en inglés significa “triunfo” pero no señala la victoria conseguida con dedicación y esfuerzo. “Trump” es el nombre que se les da a las cartas que permiten ganar una partida. Los triunfos que dominan el tapete. Le acomoda muy bien ese apellido.

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