Opinión

La ilusión del candidato

La cuestión de las camisetas es para inspirar una reflexión muy profunda y también muy necesaria porque está advirtiendo a gritos que esta sociedad que nos da cobijo apenas tiene en cuenta el significado ético de las cuestiones y sucumbe simple y llanamente al significado estético. La moda se convierte así en un termómetro excepcionalmente fiable para determinar el grado de fiabilidad de nuestras conciencias y con frecuencia el abanico de comportamientos relacionados con la apariencia externa nos señala carencias que acojonan. Acabo de leer que el artículo más solicitado en estos días es, como suele ser habitual, una prenda de ropa. Se trata del modelo de camisa rabiosamente hortera que ha exhibido el conocido narcotraficante apodado “Chapo” Guzmán, durante la refriega que ha culminado en su captura.

El poderoso delincuente ha vivido estos días en una guarida entre heces y mierda acumulada, una cosa impropia de un sujeto cuyos recursos son prácticamente ilimitados. Pero la camisa que llevaba puesta y que es de un azul atigrado y francamente repugnante está de moda. De hecho, el fabricante se ha quedado sin reservas para atender a tantos perdidos. Cuesta creerlo.

Sospecho que este mundo que circula por el nuevo siglo no es un mundo de fiar pero a lo mejor es que yo ya tengo lo años suficientes para no entender nada, una inquietante paradoja que sin embargo es de significación cotidiana. Si bien la edad parece otorgar experiencia y sabiduría a quien va cumpliendo años, se torna también dificultad insalvable para comprender la mayoría de las aficiones más en punta y patrimonio habitual de la gente más joven. Que la ropa que exhibe un narco responsable de la muerte directa e indirecta de miles de personas marque tendencia tiene un mucho de grotesco pero tiene mucho más de y de pornográfico. Pero expresa del mismo modo la necesidad de buscar fórmulas para rescatar la conciencia colectiva que nos permita construir futuras generaciones libres de vicios ocultos y con la raíz y el peso específico de las gentes honradas.

Está difícil pero hay que intentarlo. Y si bien Hacienda no somos todos, comprometidos con el porvenir debemos serlo para no acabar pereciendo. Que es lo que por ahora nos aguarda.

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