Opinión

Paseo estival

Quebrando el estirado protocolo que ha caracterizado el trascurso de los veraneos reales desde que la reina Isabel II comenzó a ponerlos de moda en parajes costeros siguiendo la moda victoriana, el rey Felipe VI, la reina Letizia y las dos infantas, Leonor y Sofía, se han paseado sin escolta visible y en atuendo veraniego por las calles de Palma de Mallorca recuperado para el asueto de la familia reinante deseosa de espantar los viejos fantasmas de aquellos estíos protagonizados por el monarca anterior en los que lo mismo aparecía por allí una periodista británica que tonteaba con el soberano como se ponían los cimientos del plan establecido por Urdangarín y sus socios para sacarle partido a su condición de marido listo y poco escrupuloso con sus métodos de ganar mucha pasta.

Felipe viene de asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, el ex guerrillero Gustavo Petro, quien ha paseado la que se supone fue espada del caudillo independentista Simón Bolívar que algunas voces autorizadas sospechan fue en realidad adquirida recientemente en Taiwán. La culpa de este trago que ha tenido que pasar el rey la tiene un Gobierno tan majadero que manda al jefe del Estado a estos bochornosos sainetes sabiendo que se la van a liar, y que envía además un centro combado al segundo palo para que sus socios de Podemos se despachen en apreciaciones y comentarios sobre la monarquía y el monarca sin necesidad, y metan presión de paso a Alvares para seguir forzando el equilibrio del pacto de Gobierno hasta la extenuación. Zapatero, en cuyo lamentable periodo de gestión comenzó toda esta matraca, fue un testigo mudo, ciego y sordo de las destemplanzas de Hugo Chávez en aquella cumbre Latinoamericana en la que, harto de intromisiones y quemado de referencias hostiles, Juan Carlos le invitó a que se callara asumiendo las funciones que deberían haber correspondido al presidente del Gobierno de España. Zapatero trabaja hoy para esa causa blanqueando la imagen de maduro por el mundo adelante.

El rey Felipe está dando una lección de sensatez y buena onda y este paseo a pelo y en bermudas con su familia por las calles de Palma es un ejemplo de sentido común y reconfortante realidad como lo ha sido su comportamiento en Bogotá ante una representación tan ridícula y tan ofensiva. El rey no está para estos espectáculos.

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