Opinión

Que viene el toro

Como todos los años, la festividad popular del Toro de la Vega presagia tormenta. El festejo, que se celebra en la localidad vallisoletana de Tordesillas, y cuya sustancia se expresa en la persecución y lanceado de un toro a campo abierto por mozos montados a caballo, desata desde tiempos inmemoriales una fuerte polémica. Hoy, el toro no es acosado y asaeteado hasta la muerte como antaño, cuando el final de la celebración la marcaba el animal muerto en mitad de la campa rodeado de una multitud montada, a pie e incluso en vehículos camperos, pero sigue siendo un espectáculo que mueve al debate y que transmite en general un perfil feroz que los habitantes de la población no consideran y desprecian, pero que a los ajenos conmueve y promueve a sonoras protestas.

Este año y a cuatro o cinco días de la celebración del festejo, el propio Gobierno español ha planteado ante la Fiscalía la paralización de la festividad del Toro de la Vega argumentando que su celebración puede considerarse como comisión de un delito de maltrato animal. Ayer, Lilith Verstrynge secretaria de Estado del ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, ha presentado el escrito en el que se solicita esta medida. El torrente de imágenes que todos los años nos inunda sobre la celebración de este espectáculo suele potenciar la eterna porfía. De hecho, la bronca está garantizada, y los mocetones de Tordesillas se preparan todos los años para defender a bofetadas si fuera necesario la pervivencia de la tradición ante el acoso sistemático de colectivos ecologistas  que se dan cita cada septiembre por allí. De hecho, los encuentros entre los  defensores de los animales y los defensores de la fiesta son episodio frecuente y normalmente presididos por mucha violencia.

En todo caso, y con independencia  de las posiciones encontradas que este festejo inspira, lo que sorprende es que el Gobierno se  persone y registre la petición cuando todos los papeles para la celebración del evento están en regla como argumenta el ayuntamiento y como ratifica la Junta castellanoleonesa, cuando está instalada por tanto la infraestructura urbana para acompañarlo, y cuando la oferta  hotelera y comercial de la zona está largamente cubierta. Es norma de este Gobierno llegar tarde a todas partes y en esta ocasión, también. Como siempre.

Te puede interesar