Opinión

El siglo al que perteneces


Hace unos días leí en alguno de los muchos digitales que comparecen cotidianamente en la red, las reflexiones de un escritor veterano y periodista abundantemente corrido en el oficio como Arturo Pérez Reverte, corresponsal de guerra, navegante y cartagenero. Convertido en prolífico novelista capaz de escribir relatos largos y  complejos con periodos que no rebasan el año entre la publicación de unos y otros, admiro esa capacidad de producción que le distingue y me confieso lector esporádico de su obra –tengo ahora mismo entre manos “Línea de fuego” ambientado en la batalla del Ebro- que catalogo en virtud de mis gustos personales con resultados diversos. Es decir, unas novelas bien y otros no tan bien como nos pasa a todos. 

En franca sintonía con su prosa frecuentemente polémica, no dejo de reconocer en su comportamiento esa vitola  de majeza en el decir que de vez en cuando se harta de complacencia y se pone el mundo por montera. A Pérez Reverte le importa un rábano el qué dirán y eso, en estos tiempos en los que se premia al timorato y se huye de la expresión que puede causar problemas es, a no dudarlo, un valeroso ejercicio digno de admiración que, justo es reconocerlo, se permiten utilizar los que ya han ascendido un palmo del terreno y están en posición de alardear de lujos que otros muchos todavía ni sueñan. Decía hace unos días que estaba cansado del mundo en el que vivía, un mundo que le parece vulgar… “yo soy –añadía para concluir- del siglo XX”.

Para bien o para mal también yo me siento así, y también sospecho transitar por un siglo que no es el mío, que no me inspira ilusión y al que sospecho que ni siquiera comprendo. Reverte es tres o cuatro años más joven que yo lo que bien mirado apenas implica distancia ni disparidad de sentimientos, así que es muy probable que tengamos una percepción del mundo que nos rodea muy pareja  y también muy común. Conozco personalmente a medio centenar de gentes que  sufren el mismo síndrome.

No es fácil vivir aquí. En un país en el que casi el 30% de su población menor de 35 años tiene como mucho la educación secundaria, y cuyos gobernantes están tan contentos ante esta situación inquietante como si no fuera con ellos. Lejos de sentarse a meditar semejante despropósito la cúpula de Educación saca pecho porque este año es dos décimas mejor que el anterior, y el presidente del Gobierno se convierte en protagonista de una peli en plataforma de pago. Va a tener razón Pérez Reverte. 

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