Opinión

En el último minuto

Ya nos vamos habituando a que los acuerdos que han de establecerse en el complejo escenario de la política nacional se consigan en los minutos finales, cuando el tiempo aprieta la soga y los protagonistas de este planetario se ven abocaos a tomar decisiones in extremis. Se trata de forzar las situaciones al límite como han hecho los de Cataluña eligiendo a un clon de George Harrison para regir sus destinos en el inmediato futuro. Qué más quisiera este nuevo presidente de la Generalitat que ser como George Harrison, pero entendiendo sus notables diferencias en el terreno moral, el parecido físico se antoja certero.

En el delicado asunto de elegir la presidencia del Congreso de los Diputados da la impresión de que también se ha esperado hasta la hora límite y, a la vista de la enorme complejidad de las resoluciones, conviene acostumbrarse a que todo en el futuro se dirima bajo la normativa del más de lo mismo. El elegido ha sido Patxi López, vasco de apellidos maketos - se llama en realidad Francisco Javier López Álvarez- y es un personaje de buena encarnadura democrática, con un pasado sensato y voluntad dialogante. En su contra hay que apuntar que su formación es muy frágil y que como universitario es cero patatero. Apenas aguantó un par de cursos en Industriales, y a partir de ahí se subió en marcha a un partido y no volvió a apearse jamás. López es un político profesional que lleva metido en esto cuarenta años y que vale igual para un roto que para un descosido porque ha sido perejil de todas las salsas. No es radicalmente malo que así sea, pero en mi modesta opinión tampoco es para batir palmas. No nos vendría mal un jurista, y a poder ser avezad, para poner a andar un Parlamento en el que va a venderse tela por contenedores desde la seda a la pana.

Al pueblo que ha votado como ha votado y que por tanto obliga a constituir un Hemiciclo del modo en que se constituye el que va a tener que soportar esta larga e intensa legislatura, le corresponde la entera responsabilidad de haberlo creado así. Y a los elegidos, les corresponde la misión de hacerlo útil y responsable. Hay temas muy graves suspendidos del techo que habrá que despejarlos. Por tanto, que cada escaño repartido equivalga a un compromiso y que los acuerdos, aunque sea en el descuento, se tomen pensando en los ciudadanos.
 

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