Opinión

Vacunarse o no vacunarse

Austria y Alemania están valorando imponer la vacunación por ley. En España la Constitución no lo permite

Cuesta entender las razones esgrimidas para aquellos que no desean ser vacunados, si bien en algunos países de la Europa más supuestamente evolucionada, la cantidad de adeptos crece y alcanza proporciones sorprendentes y apabullantes. Por ejemplo en Austria, donde los partidarios de la no vacuna están ocasionando una auténtica conmoción nacional. De hecho, es el primer país europeo que ha vuelto a confinar a todos sus habitantes.

Se condena a los austriacos a encerrarse en sus casas al menos los próximos veinte días. Los ciudadanos podrán acudir al trabajo y los centros escolares seguirán abiertos, pero el Gobierno ha impuesto el confinamiento y ha cerrado la hostelería y las comparecencias públicas. De hecho, la próxima medida que se está planteando imponer el gobierno austriaco es aplicar por ley la vacunación y condenar a los que se nieguen tanto a sanciones económicas como a penas incluso de cárcel. Los alemanes están calculando la posibilidad de decretar algo similar. El ministro de Sanidad germano ha declarado públicamente que en un mes, todos los alemanes estarán o bien vacunados, o bien curados o bien muertos.

Este debate no puede por el momento producirse en España, un país en el que por mandato constitucional, un ciudadano no solo no puede ser obligado a vacunarse sino que ni siquiera está obligado a declarar si lo está o no lo está. Una empresa no puede prescindir de los trabajadores que se nieguen a vacunarse y ni siquiera pueden segregarlos sin incumplir la ley.

Hace unos días, la factoría que la empresa de fabricación de automóviles SEAT tiene instalada en la localidad de Martorell cerca de Barcelona, propuso instalar comedores destinados a aquellos miembros de su plantilla que no estuvieran vacunados. Pero lo hizo únicamente a título voluntario y no con carácter obligatorio. Así somos nosotros para lo bueno y para lo malo.

Personalmente no estoy en disposición de pronunciarme. No soy jurista y no tengo elementos bastantes para expresarme. Pero sí digo que no me gustaría compartir mi mesa con alguien no vacunado y que me negaré personalmente si se produce la ocasión. Y en eso, sospecho, la ley no tiene nada que reprocharme.

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