Opinión

Cambiar la percepción

No hace mucho me refería en este mismo espacio a una estatua invisible que alguien compró por la suma de 15.000 dólares, y me preguntaba si la lógica nos había abandonado. Y la respuesta de que así es, podemos encontrarla en cualquier lugar de este mundo en el que vivimos, y en el que lo real ha dejado ya de ser. No es la primera vez y posiblemente no sea la última en que ponga de manifiesto mi creencia de que vivimos en una realidad virtual en todos los sentidos y circunstancias. Los filtros se han adueñado de los paisajes, de los monumentos y las personas. Los colores ficticios que se presentan en toda clase de reproducciones disfrazan los colores originales como si la naturaleza los necesitara. Hay influencers, celebridades, y personas de todo el espectro humano, que exhiben sus fotografías en las redes, satisfechas de la belleza que muestran.

Y ahí entra el Photoshop, los filtros y toda clase de aplicaciones y trucos tecnológicos para ofrecer o vender el producto. Se aplican maquillajes digitales, se quitan las arrugas, se afina la cara, se acentúan los pómulos, se abultan los labios, se blanquean los dientes y se elimina todo aquello que puede afear o humanizar el rostro y el cuerpo. Y digo humanizar, porque no existe nada perfecto y, si se aparenta, pasa a ser algo antinatural y tal vez incómodo. Las virtudes y los defectos son lo que nos hace lo que somos, y aquello por lo que queremos y nos quieren. Pero yo me pregunto y pregunto a ustedes, queridos lectores, al ponerse esos rostros y admirarse de esa “propia” belleza, ¿qué pasa después al mirarse en el espejo y verse tal y como se es? ¿Qué sensaciones se derivan del choque?

La digitalización nos perturba. Ha cambiado nuestra percepción de la realidad. Ya no es posible distinguir lo que es y no es. Y por mor de su poder hasta la naturaleza se viste de una brillantez que sobra. Da la sensación de ser como el queso en una ratonera. Y aquí entra de lleno la publicidad. Música, color, escenografía, forma, ambiente, actuación, forman parte de ese queso que atrapa, de ese anzuelo que pesca, de esa carnaza que caza. De todas formas y sin quitarle su gran mérito, que lo tiene en grado sumo, continúo con mi gusto por el blanco y negro. Los grises y la gama de colores los pone la vida, pero con ellos no hay confusión, ni problemática alguna. Lo que es, es.

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