Opinión

Compras en China

No es de extrañar. Al margen de la terrible desgracia que supone la pérdida de una vida, lo que convierte la noticia en tragicómica es precisamente el motivo en la cual se asienta. Sucedió en China, pero podía pasar en cualquier parte del globo. Nada hay más terrible para muchas personas que tener que ir de compras. Por el contrario hay quien adora esa actividad. Incluso los hay para quienes el mayor disfrute es comprar todo lo que ve. Pero si para muchos es malo ir de compras, peor es ir de acompañante de un ser comprador compulsivo. Pobres quienes se hallan en semejante situación. Bueno, pues resulta que un joven ciudadano chino llamado Tao Hsiao, acompañaba a su novia Jiangsu en ese menester, o sea lo que se dice ir de compras. Hasta aquí todo bien. Hay humanos complacientes que aman y se avienen a lo que la compañera o compañero les pide. En la mayoría de las ocasiones el día termina bien, incluso con cena y fiesta. Pero en este caso no. El pobre Tao Hsiao parecía una antigua viñeta de humor. Los paquetes le llegaban hasta los ojos, porque esa es otra, uno compra y otro carga. Tao Hsiao ya no podía más y rogó a Jiangsu que parara, sin resultado positivo alguno. Jiangsu se encontraba lo que se dice embalada, desenfrenada, si sirve la expresión. No había escaparate que no mirase ni tienda a la que no entrase. Los paquetes se agolpaban sobre el pobre Tao Hsiao, que no encontraba la forma de sentarse, descansar, dejar de correr la suerte de un esclavo sin Django desencadenado a la vista. Además, digo yo, tendría los pies como dos sandías a punto de reventar. Pero de nada valían sus quejas. Y en referencia a los pies, Jiangsu se paró una vez más ante la zapatería de un centro comercial.

Las quejas de Tao Hsiao llegaron hasta el cielo. Quería volver a casa, pero ella no quiso oírle porque en su opinión, en ese establecimiento sagrado para ella, había unos zapatos con un descuento increíble. El pobre hombre insistió en que ya tenía zapatos para toda la vida, pero Jiangsu le tachó de tacaño e insistió en la compra. Entonces Tao Hsiao tiró al suelo los paquetes con estruendo (eran muchos), y resuelto saltó del balcón de las galerías cayendo, esto es pavoroso, sobre un montón de adornos navideños. Allí terminó definitivamente su calvario. Lo que no se sabe, no se dice, es si Jiangsu consumó su compra después.

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