Opinión

¿Derechos?

Estamos seguros? Creo que en ningún momento y en ningún caso. Somos humanos y vulnerables ante toda clase de peligros, enfermedades, caídas, seguridad en el trabajo, accidentes, infidelidades y estafas. Estamos expuestos a la vida, al mundo, a los desaprensivos y al interés económico. Las cosas han cambiado mucho de un tiempo a esta parte. Pongamos por ejemplo las compañías aéreas. Ya lo tengo escrito más de una vez, pero ante los últimos acontecimientos es bueno recordarlo. A la vuelta de la esquina están los días en que las líneas aéreas te mimaban como si fueras su tesoro más preciado. Que en realidad así era. Te daban mantitas, calcetines, neceseres, golosinas… Preguntaban si ibas bien, si precisabas algo. Las azafatas eran atentas y sonreían mucho. Ahora ya nada es igual. Ahora antes de subir al aparato, te examinan de arriba abajo y casi llegan a hacerte un tacto rectal. Eso está bien. Muy bien. Ante todo cerciorarse de que no hay riesgos en el vuelo. Más vale prevenir que curar. Pero, ¿qué pasa con eso de los riesgos? ¿Sabe uno donde están? Compras el billete, embarcas, y por muy bien que vaya el cacharro y tú mismo, pueden pasar cosas de infarto, como la que sucedió recientemente con Aerolíneas United Airlines. En el avión que hacía la ruta 3411, con destino a Louisville (Kentucky), minutos antes de emprender el vuelo, se anunció a los pasajeros que se necesitaban cuatro asientos libres para miembros de la compañía. Ante la negativa de los viajeros a abandonar el avión, se realizó un sorteo entre los mismos. Uno de los “agraciados” se negó a dejar su plaza. El resultado a su negativa no se hizo esperar. Fue agarrado, arrastrado por el pasillo del aparato, y a ritmo de patadas echado de él. El vídeo que atestigua el escándalo se hizo inmediatamente viral. En el mismo se ve a la victima ensangrentada y medio desnuda por el maltrato. Ahora, el director de la aerolínea se disculpó por el desafuero. Es la moda. Hoy en día todo se arregla pidiendo perdón. También es moda decir que hasta los chorizos se hacen con cariño. Ya lo saben, queridos lectores. Nunca digan conocer sus derechos. ¿Sus derechos? ¿Pero de qué derechos hablan ustedes, infelices? ¿Existen los derechos? Dicen que sí. Yo no lo sé. Pero debe de ser que no, porque si uno se niega o protesta ante la injusticia, ya sabe: palo y tente tieso.

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