Opinión

Poderes sobrenaturales

De nuevo el miedo. De nuevo el nombre de Roma. Ayer era la Boca de verdad, hoy es una antigua puerta romana. Así se llamaba la puerta que se creía conducía al infierno, motivo de estremecimiento en todos los que se aproximaban a ella. No mucho, claro, porque del lago que guardaba en su interior, surgía la muerte inevitable. Allí auténticas toradas, guiadas por sacerdotes castrados, se sacrificaban para aplacar las iras infernales. ¿Pero qué era lo que mataba? ¿Qué poderes terribles emanaban de aquella cueva cuyo solo nombre amedrentaba y hacía huir a los más aguerridos, temerosos ante lo que creían poderes sobrenaturales del mal? Realidades pavorosas contra las que cualquier lucha sería inútil.

Sin embargo, tras de miles de años, los científicos que estudian el fenómeno que amenazaba y mataba, creen que aquello que se suponía entrada al inframundo no era más que una gruta en la que se concentraba dióxido de carbono que asfixiaba irremediablemente a aquellos que lo respiraban, ignorantes de su origen y efecto letal. Esta cueva sobre la que informa “Science Alert”, de 2.200 años de antigüedad, fue descubierta por los arqueólogos de Salento en 2011. El lugar en el que se producían semejantes terrores, más por la lógica ignorancia en tiempos en los que seguramente ni se pensaba que podía deberse a un hecho natural, pero peligroso se encuentra en Hierápolis. Una ciudad de la antigua Frigia, en la actual Turquía. En el informe de los trabajos que se llevan a cabo por los expertos arqueólogos, figuran nombres que retrotraen a tiempos clásicos inolvidables por el espíritu que los anima.

Así, los sacerdotes que conducían a los toros que habían de ser sacrificados, lo hacían a través de “Plutonio, o Puerta de Plutón”. Estas matanzas de animales eran contempladas por el gentío situado en elevaciones que le permitían contemplar a los toros en la arena, a la espera de lo que ahora se sospecha que eran vapores que llevaban a la muerte instantánea a quienes se acercasen. Para los que gusten de estas historias tan interesantes, “Science Alert” proporciona el nombre del historiador griego Estrabón, quien escribió sobre este episodio, originado según el vulcanólogo Hardy Pfanz, de la Universidad de Duisburg-Essen, de Alemania, por una actividad sísmica que propició una filtración de la cueva en 2018. Fin del misterio.

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