Opinión

¿Qué es un reloj?

Es curioso todo lo que nos ofrece la historia. Por ejemplo la de los relojes. Primero fueron de sol, de arena, de luz y sombra proyectada por el astro rey. La evolución fue rápida, y aparecieron los de pulsera, en principio inaccesibles. Las horas las daban las campanadas de las iglesias u organismos oficiales. Luego, con el crecimiento de la economía ya nadie andaba sin ellos. Hoy por fortuna, esos objetos han dejado de ser necesidad para ser artículos de moda o lujo. Llevar un reloj en la muñeca es adorno o signo de riqueza. Los hay de todos los modelos, preciosos, originales, y baratísimos. 

Pero realmente, ¿qué es un reloj, además de medidor del tiempo dividido por el ser humano? Tengo una amiga que ha reunido todos los relojes de su casa. Relojes corrientes que no valen nada todos juntos. Son viejos y no funcionan ya. Correas gastadas, mallas rotas, cristales rallados y esferas borrosas. Los hay de rosca, de pulso, y los más modernos, de pilas. Fueron del marido, de sus hijos y de ella misma. Relojes desechados que dormían su sueño eterno en los cajones y estuches. A mí no me extraña que nunca los tirase y que ahora los recopile y los guarde. Porque pienso que los relojes significan el misterio del tiempo que entendemos que pasa, pero que, en el instante de pararse las saetas, queda apresado en ellas sin poder escapar al pasado ni al futuro. Sólo, en su muerte convencional, el tiempo se congela en su presente. 

Al final de la corta historia de esos relojes, han quedado marcados los años en que mi amiga ha construido su mundo, y las edades cronológicas de sus hijos. En cuanto a sus relojes personales, en ellos se condensa la memoria de cada minuto, cada segundo, cada hora de la vida, desde el momento en que los compró. Son objetos en los que siempre se conservará el pulso callado y quieto de la persona que los animó en el pasado, aunque el espejo indique que el otro tiempo, el material, sigue su curso imparable. Pero, aunque las manecillas estén inermes, y el minutero descanse, es el aliado silencioso de las distintas etapas por las que mi amiga pasó, de los sentimientos, las emociones, las penas y alegrías, las ilusiones, las luchas, logros y decepciones de la vida. Dicen que un reloj parado siempre da la hora dos veces al día. Pero así mismo es el extraño e imborrable testigo de lo que fue un tiempo.

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