Opinión

Selene y el agua

Dicen que la vida viene del agua y que el agua la mantiene. El agua es la leche de la madre naturaleza que reconforta. Y como la vida, el agua surge, sigue camino, se mueve, sube y baja en un juego que la retroalimenta, o se estanca y se evapora, pero no desaparece. El agua acaricia o golpea, no conoce amo, se desliza, resbala, escapa, pero siempre visible en azul, verde, gris, o simplemente incolora, domada a la fuerza, o salvaje, serena o furiosa, perdura en sus tres estados, tres propiedades, sólido, líquido y gaseoso. Unas veces complace, pero otras, arrasa y castiga con saña. Se cría en los fondos marinos, nace de la tierra, y expande generosa las venas sobre la superficie de su cuna. 

Como toda existencia, el agua es un misterio a pesar de saberse su composición, a pesar de todos los pesares. Pero la ciencia y la técnica van de la mano en busca de las respuestas que todo ser pensante desea escuchar. Ahora, entre otros muchos hallazgos, está el descubrimiento de agua en la Luna. Ese líquido elemento preciso y precioso para sobrevivir. Ese tesoro que escondía Selene, en opinión de los científicos, se podría beber y utilizar para combustibles o lo que necesite la NASA para investigaciones interestelares. El trabajo sobre este hallazgo se ha realizado en la Universidad de Colorado Boulder, concretamente en el laboratorio de Física Atmosférica y Espacial en CU Boulder, dirigido por el profesor Paul Hayne. La conclusión del estudio fue publicada en “Nature Astronomy”. 

El equipo investigador se centró sobre las zonas oscuras o “frías” de la superficie lunar, por las que jamás en millones de años asomó el sol. Según los datos del Lunar Reconnaissance de la NASA, nuestro satélite podría contener unos “25.000 kilómetros de sombras permanentes en varias formas y tamaños”. Pues bien, mis queridos lectores, el enigmático globo blanco que vela por la noche para nadie ande a ciegas o tropiece en caminos abruptos, nos dice desde su lejanía, que es guardador celoso desde tiempo inmemorial del maná claro que calma la sed, que serena el espíritu, y que hace florecer todo aquello que acaricia. Hay agua en la Luna. No hay que entrar más en la noticia, porque de por sí, ya maravilla saber que nuestro faro nocturno es rico en el líquido elemento. Ya no es sólo de miel. Ya no es solo panal. Ahora, ya es también esperanza.

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