Opinión

Burrocracia cero

El economista francés Vincent de Gournay, que falleció treinta años antes de la Revolución Francesa, fue el primero en referirse a “una enfermedad en Francia que seriamente intenta obstaculizar nuestros esfuerzos; esta enfermedad es llamada buromanía”. Acabaría con posterioridad refiriéndose a la burocracia como una forma de gobierno; siempre, todo ello, con una connotación claramente negativa.

No obstante, años después, el sociológico alemán Max Weber atribuyó más positivas cualidades al sistema burocrático, como forma de organización concisa, veloz, clara, regular y exacta, donde se alcanza la eficiencia mediante una división de tareas, supervisión jerárquica y regulaciones precisas: la autoridad de los funcionarios y la rutina serían costes insignificantes frente a la eficacia técnica que se consigue por tal vía.

La culminación tecnológica de este sistema es la implantación de una administración electrónica que permita a la ciudadanía, desde su propio teléfono, realizar trámites mientras va en autobús o pasea a su perro una tarde de domingo, sin necesidad de aguantar colas o de enfrentarse con funcionarios que podrían estar dedicando su tiempo a labores más necesarias y útiles, en el marco de las tareas que implica su actividad diaria.

La llave para la administración electrónica -con las ventajas ad intra que implica para el funcionamiento de los servicios públicos y ad extra para la población- es el certificado digital que, hoy en día, cualquiera puede instalar en su móvil, permitiendo así acceder a un enorme abanico de gestiones de manera fácil, rápida y, sobre todo, segura; de modo que podemos fiarnos con certeza de que nuestros datos personales no serán objeto de tráfico ilegal.

Pensando en la gratamente recibida idea del grupo popular en el Ayuntamiento para repartir un bono de 100 euros a la ciudadanía ourensana, cabe lamentar que, en su ejecución final, en cambio, la Alcaldía haya desperdiciado una ocasión de oro para popularizar la implantación del certificado digital, que hubiera quedado así instaurado de forma definitiva entre la población para poder realizar trámites administrativos a distancia.

Incluso, pensando en la amplia población de mayores que tal vez carezca de dispositivos táctiles, pudo haberse acordado en la promoción -previo arreglo con proveedores locales- el suministro de un terminal ya preparado que facilitase a nuestros abuelos y abuelas la posibilidad de eliminar la engorrosa tramitación presencial de muchas gestiones municipales, con talleres de formación digital básica, de ser preciso. 

Además, ante la complejidad y los retrasos que lastran la concesión de licencias municipales, sorprende no haber aprovechado en Ourense la oportunidad que brinda desde 2013 el marco legal gallego (desde hace pocos meses, en particular, en relación con el sector urbanístico) de acudir a las entidades de certificación de conformidad municipal (ECCOM, como es usual en Madrid, Barcelona o Valencia) que en esta ciudad ni están ni se las espera.

Mientras las puertas al futuro siguen cerradas aquí para una gran mayoría, el mejor trámite es el que no existe: burocracia cero. Aunque, de haber alguno, facilitarlo es tarea de los poderes públicos, incluido el local; algo que requiere, obviamente, la visión y la preparación de quien asuma el liderazgo del gobierno municipal. En fin, esperemos que, desde el 28 de mayo, se instale en nuestro ayuntamiento la burrocracia cero. Perdón, burocracia. También.

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