Opinión

En buena compañía

Dionisio el Exiguo, monje y matemático bizantino nacido en Dobruja (hoy entre Rumanía y Bulgaria), pasó a la historia por fechar el nacimiento de Cristo en el día 25 de diciembre del 754 “ab Urbe condita” (a.U.c.) o “desde la fundación de la Ciudad” (Roma, o sea); sintagma símbolo del inicio de una nueva era, hasta que los de la cristiana lo reemplazaron: primero - merced al trabajo de Dionisio- “Anno Domini” (A.D.) y después los actuales a.C. y d.C.

De modo parecido, la pandemia que asoló desde 2019 ha tenido tal impacto para nuestra generación -en especial, a raíz del inusitado período de confinamiento- que, para situar ciertos acontecimientos difusos en el tiempo y de los que ya no se recuerda con exactitud cuándo acontecieron, a veces se recurre a ubicarlos antes, durante o después de la pandemia, como si de una nueva era se tratase.

Así -con la salvedad de que, hoy en día, toda la información está permanente y perpetuamente disponible en Internet-, diríase que fue antes de la pandemia cuando en un programa de televisión, de corte humorístico, enseñaban a hablar en catalán con una sencilla regla: basta con quitar, en español, la vocal de la última sílaba de todas las palabras. Al margen de la gracia, lo cierto es que el resultado era groseramente aparente (esforzándose con el acento).

De hecho, la prueba sería que la palabra de moda en estos días cumple a la perfección con la norma; pues basta con añadir una “o” (o una “a”, de ser el caso) para que “Junts” se convierta en “Juntos”, su traducción directa al castellano; que, sin duda, recuerda al título de la célebre cancioncilla que popularizara en la década de los ochenta Paloma San Basilio, con tonada tan pegadiza como el baile que la acompañaba.

Quizás alguien recuerde que la canción comenzaba con aquello de “Te quiero mucho, aunque te suene a lo de siempre./ Más que un amigo, eres un mago diferente”. Tampoco tiene desperdicio lo de “Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día / Juntos, amor para dos, amor en buena compañía”. O, más adelante, cuando dice: “Figúrate, dos locos sueltos en plena calle./ La misma cama y un bocadillo a media tarde”.

Coincidencia o no, qué versos tan inopinadamente perfectos para aderezar los cantos de sirena dirigidos estos días al hechicero que mora en Waterloo; dado que, por arte de la magia electoral, hete aquí que la eventual investidura del futuro presidente del Gobierno y, con ella, el devenir político de nuestro país, pueden depender de la decisión de un escapista a la altura de Houdini. Amor en buena compañía. Figúrate.

El panorama es tan abierto que este martes, tras la propuesta canaria de que la presidencia de la mesa del Congreso recayese en un representante del PNV, algún diario apuntaba a un eventual giro de los vascos. Nadie sabe qué pasará, pero ya el prepandémico 2016 nos avisaba con aquel simpático intercambio parlamentario entre Esteban y Rajoy: “Si me quieres Mariano, da menos leña y más grano./ Si quieres grano Aitor, te prestaré mi tractor”.

Dionisio, por humildad, se autodenominaba el Exiguo, frente a la dignidad del Papa. A fecha de publicación de esta columna, se constituyen unas Cortes que podrían hacer pasar a la Historia la era de Pedro -en estatura- el Grande. Desde aquí, un saludo a las personas elegidas como diputados y senadores por la provincia de Ourense. Gracias a ellas y ellos por tan inolvidables momentos durante la campaña electoral. Aquello sí fue estar en buena compañía.

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