Opinión

La lepra

En la Galería Nacional de Arte de Washington se exhibe el retrato ecuestre de un caballero a punto de cortar con la espada un trozo de la capa colgada de su montura y que se extiende hasta cubrir estratégicamente el cuerpo desnudo de un mendigo que contempla su armadura con una mezcla de arrobo y súplica. El brillante verde aguacate del paño, del que es difícil retirar la mirada, convierte esa capa en el punto focal de la obra.

La pintura fue inicialmente encargada al Greco para la Capilla de San José de Toledo, ciudad que dejan entrever los pies del caballo, en un fantasmagórico paisaje muestra de cuánto se adelantó el autor a su propia época, en términos creativos. Huelga decir que el caballero representado en su más célebre acción es san Martín de Tours, patrón de Ourense, cuya onomástica celebramos precisamente este viernes.

Tal vez sea bien conocido, aunque no está de más recordarlo, que la advocación de nuestra Catedral procede de la época de Carriarico, rey suevo aquí asentado, convertido al catolicismo tras rogar al santo por la salvación de su hijo enfermo de lepra; mal que también aparece aludido sutilmente en la pintura, con la venda que intenta cubrir las manchas en la pantorrilla derecha del mendigo, si se mira con atención.

La opinión más común es que, de esa Catedral originaria de la ciudad, allá por el siglo VI, se conservan los capiteles superiores de mármol que adornan hoy la facha de Santa María Madre; cuyo solar ocuparía ésta después de trasladar aquélla a su ubicación actual, en la calle con el nombre del patrón, que bautiza también la inacabada torre en el lado sur de la fachada principal, donde un relieve replica la escena del cuadro mencionado.

Bajo el relieve, que recrea a San Martín compartiendo su capa con un mendigo, discurre por esa calle cada noche de fin de semana el hediondo arroyo de borracheras y refriegas que, a modo de grotesco y triste homenaje a nuestro patrón, se expande por el cuerpo de la ciudad, como lepra de la que solo parece posible liberarse con un milagro, habida cuenta de los escasos avances logrados hasta el momento para combatirla. 

La seguridad ciudadana, hasta hace bien poco, era un punto focal de Ourense, privilegio del que toda la urbe se precia y enorgullece, cuya salvaguarda reclama una sólida dirección por parte de la autoridad local -dado que es en ella sobre quien descansa, con carácter prioritario, tal competencia- y que solo cabe abordar contando con medios humanos empoderados, a la altura de la coordinación y gestión eficaces que requiere responsabilidad de semejante calibre.

En 1943, Abraham Maslow publicó en la Psychological Review el artículo “A Theory of Human Motivation”, donde ideó su célebre pirámide que concreta la jerarquía de las necesidades humanas. La idea básica es que solo se atienden necesidades superiores cuando se han satisfecho las inferiores, encontrándose las puramente fisiológicas en la base. Tan solo un escalón después aparece la seguridad, comenzando por la personal física.

Mañana se celebra el patrón de Ourense con el magosto, palabra cuyo incierto origen parece evocar el sofocante calor habitual en el octavo mes del año, semejante al de la hoguera en que se asan las castañas. Aguardando un incierto milagro, cabe imaginar y desear, como símbolo de purificación, que arda allí también esa virulenta lepra, mortal para la protectora calma que ha envuelto desde siempre a esta ciudad, como el verde esperanza de la capa de san Martín.

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