Opinión

CUITAS DE XANTAR

Bueno, la cosa no va a de la feria gastronómica en Ourense Xantar, que por encima de su valor gastronómico supone para muchos la ocasión perfecta para organizar el encuentro amigo con determinado grupo de gente que no se ve desde la anterior edición, todo un año de arrugas por distintos caminos, pues yo convengo con forma epicúrea de que el mejor alimento de todos es la buena compañía y conversación en la mesa. Pero no, hoy no va la cosa sobre este xantar sino del comer no sé muy bien qué cosas que pueden llegar a ser noticia y dar asco.


Recuerdo de niño una película que me traumatizó un tiempo porque en ella la comunidad comía galletas caloríficas con las que mantenían a raya el hambre y el tiempo para alimentarse; mi trauma no vino durante el inicio-nudo y desenlace sino en el fin, pues al final de la peli se descubría de qué estaban hechas las ricas pastas o putas galletas, nada menos que de cadáveres humanos. Durante el tiempo que me duró el recuerdo alguna vez llegué a dudar de si me estaba merendando a un abuelo, la prima de mi amigo o a una tía de mi madre, y me daba un escalofrío que aún me mete miedo. Después tuve otra época en que de tanto que me advirtieron ¡cuidado, no te den gato por liebre! me llegué a creer en el internado que los cocineros tangaban con este cambio, sobre todo al ver la cantidad de gatos sueltos que había por el campo abierto frente al colegio. Más tarde tuve problemas en un piso estudiantil donde el pulular de cucarachas cada cierto tiempo me indigestaba los diarios huevos fritos con patatas, bien porque esta compañía le daba por no ocultarse entre bocado y bocado, o bien porque el aceite de freír se mezclaba con el fumigante, insecticida o desinfectante que impulsivamente, cuando me desataba la ira esa andante mancha repugnante, extendía por toda la cocina como si se tratara de desodorante para sobacos de Polifemo. Siempre un poco remilgado con las cosas del comer y su aspecto de 'mírame y no me toques' aunque cómeme todo, estas cosas señaladas atacaban mis remilgos hasta el punto de provocarme dietas de bocatas de mantequilla con azúcar o cola-caos hasta hartarme. Ya mozo y hecha la mili de puchero que si sí o sí también, hubo escenas cinematográficas que recuerdo verlas con un ojo tapado y el otro medio, como aquella de intrépido Indiana frente a los sesos de mono vivo para comer con una tribu, y que me llevaron en dirección contraria al gusto por lo culinario.


Pero cuando todo lo pasado ya estaba superado llega un presente mucho más fuerte, de equino que además de ser montado es comido, con el añadido de ser con trampa por su cambiazo con la carne de vacuno; así llegó el escándalo detectado primeramente en Inglaterra y extendido a continuación por otros modernos países multinacionales como La Cocinera, Eroski o Ikea. Y es que estas modernas naciones imperialistas no conocen fronteras, con lo que el caza-fantasmas de la UE se ha lanzado a detectar ADN de caballo por todas las esquinas. Más el principio de Peter nos advierte de que todo es susceptible de empeorar, así que no hay quien salve los muebles de la sospecha sobre la mierda que comemos, porque ahora se descubre un pastel, ¡menudo pastel!, ¡de chocolate!, en la misma Ikea anterior, que contiene bacterias fecales (¡esto sí que es caca, nene!). No se trata de ninguna coprofagia perruna sino de perruno comportamiento humano que obedecerá a 'oscuros' intereses de sociedad meramente económica, o a que alguien esté haciendo terrorismo empresarial, chi lo sá , pero el caso es que el menda, con este 'marrón' a la vista, de momento se pasa por un tiempo al flan o tarta de fresas.

Te puede interesar