Opinión

La política a paseo

Que se vaya a paseo la política. Pero no a ningún paseo metafórico y meritorio, ese ‘a paseo’ al que enviamos al pesado que nos tiene hasta las narices porque no hay manera de sacárnoslo de encima y además nos aburre sobremanera, ese a paseo o a tomar por viento. No, hoy pensamos en positivo por prescripción de libro de autoayuda y así pues lo que quiero es que se vayan de paseo no solo la Merkel y Rajoy sino tantos otros responsables políticos que no salen del despacho o se reúnen con otros en desayunos de trabajo y comisiones de cuento como descuento a su papel en el seguimiento de cualquier asunto. Porque no me digan que no es mucho mejor dar ejemplo de vida saludable y al alcance de cualquiera - mens sana in corpori sano- el hecho de caminar a paso ligero quemando sobrantes calorías y produciendo nunca suficientes endorfinas que, por ejemplo, atiborrarse de bollería con café que ponen a disposición de los reunidos en esos desayunos de buen hotel organizados para comenzar a ganar por el estómago la voluntad del respetable asistente, claro está, si el bollo es sabroso. No me digan que no tenemos ejemplos positivos en escuelas peripatéticas, con los Aristóteles y Teofrastros al frente, de que las ideas fluyen de otra manera cuando se baten en el cuerpo, o sea, cuando el cuerpo se mueve y no está al quieto permanentemente; o con las ensoñaciones del paseante solitario del amigo Rousseau, que no es que tuviera muchos amigos en la época de los enciclopedistas por lo que no tengo claro si estas ensoñaciones eran inducidas más por la propia soledad que por el paseo. Pero en cualquier caso es indiscutible que, por barato y saludable, el paseo de los dirigentes políticos reseñados antes de camino a Santiago no pudo ser malo, al menos para quien no los tuvo que seguir como intérprete sin estar preparado físicamente, pero ese ya es otro problema, de tipo profesional; y tampoco malo en absoluto pudo ser para los gallegos y sus intereses, pues la repercusión mediática ha tenido eco positivo para nuestra tierra turística.

Leyendo Fíos que escribió Santiago Lamas me enteré de lo que cuenta Herodoto sobre un pueblo persa que discutía los asuntos públicos estando los participantes ebrios y anotando sus conclusiones el anfitrión de la reunión para entregarlas al día siguiente a fin de discutirlas serenos; si entonces se refrendaban perfecto; y si no volverían a mazarse un poco más para buscar la intercesión mayor de Baco, digo yo. Bien visto no estaba nada mal la cosa, pues todos sabemos que el alcohol desinhibe y en consecuencia deja salir la verdad que como propio animal todos llevamos dentro y que es base necesaria para una discusión a la búsqueda de la verdad común, o al menos mayoritaria. Digo bien visto a pesar de que en cuestiones etílicas la vista más bien es nublada y a ver si en lugar de dejar salir la verdad lo que salen son chiribitas que confunden más el entendimiento. Pero, de cualquier forma, resulta original método dentro de una liturgia actual caduca y que por sus resultados la veredes, no ha dado buenos frutos. Al igual que el método elegido por los Podemos que forman de pie y en círculo para la discusión de los asuntos en una especie de estética que me recuerda a movimiento cristiano de campamento aperturista en otra época si no fuera porque allí los hacían sentados (los círculos) y con una guitarra en lugar del altavoz de ahora.

A la vista de lo anterior ¿por qué no plantear el paseo como ejercicio previo para la discusión de asuntos y encuentro de soluciones? Desde luego, mucho mejor si es por senderos naturales, donde además la vista nos asienta la soberbia sobre el tamaño que representamos cada uno respecto al universo que vemos, y cuyo dato puede ayudar a conseguir un consenso mayor entre los contrarios, que no lo pueden ser tanto si a todos ilumina esta misma vista o perspectiva. Pues bien, que se vayan de paseo las políticas como Merkel, o políticos como Rajoy, a ver si resulta terapia que ayude a encontrar soluciones verdaderas a los problemas de nuestros pueblos.

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