Opinión

LA HORA DE LA VERDAD

Ha llegado la hora de la verdad, aunque la verdad no se conocerá necesariamente mañana, tras el escrutinio, sino dentro de unos días o de unas semanas, quizá dentro de unos cuantos meses, cuando el mercado y las instituciones supranacionales (BCE, FMI y demás acrónimos) se pronuncien sobre el resultado electoral de este domingo. Entonces será cuando efectivamente sepamos quién y cómo nos gobernará.


A propósito de lo primero -el quién-, la cuestión no estriba en saber si mandará Rajoy o Rubalcaba. La cuestión real es saber si triunfará la democracia o si también aquí acabarán imponiéndonos, por exigencias del guion, un gabinete de tecnócratas. Eso es lo que ha ocurrido en Grecia y en Italia y lo que puede ocurrir, y no es descabellado pensarlo, en nuestro país. Si los elegidos en las urnas fracasan a la hora de afrontar la crisis, llegarán esos que The Wall Street Journal denomina 'los hombres sin partido', esos que se dicen capaces de lidiar con el déficit público pero que adolecen de un gravísimo déficit de legitimidad democrática.


En cuanto al segundo aspecto -el cómo nos gobernarán-, no debemos engañarnos: habrá que hacer los deberes, que son los mismos para todos los candidatos y que, entre otras cosas, pasan por reducir el manido déficit público al 4,4% del PIB en 2012. Algo que exigirá, casi con certeza, recortes en sanidad y en educación, además de en otras prestaciones sociales básicas. Con lo cual el gobierno que salga mañana de las urnas tendrá ante sí un reto difícil: hacer lo que debe hacer, mal que le pese y mal que nos pese a todos; o dejar de hacerlo, circunstancia que nos pesará igualmente y que, además de pesarnos a nosotros, les pesará también a nuestros hijos.

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