Opinión

EL RUMOR DE LAS MARIPOSAS

El meteorólogo Edward Lorenz sostenía que el batir de las alas de una mariposa en Brasil puede desencadenar un tornado en Texas. También podría haber escrito que la muerte de un joven en una pequeña ciudad tunecina puede provocar una larga sucesión de revueltas capaz de poner contra las cuerdas, e incluso de derrocar, a algunos de los tiranos más sanguinarios del norte de África y de Oriente Próximo. Y es que, a veces, un hecho aparentemente intrascendente es capaz de precipitar una auténtica revolución y traer consigo una serie de cambios que, apenas unos meses atrás, nos habrían parecido imposibles.


Eso es precisamente lo que está ocurriendo. La inmolación de Mohamed Bouazizi, un veinteañero desesperado, ha finiquitado los regímenes autocráticos de Túnez y Egipto y, con toda probabilidad, hará lo propio con el régimen libio del coronel Gadafi. Un acto desesperado, una garrafa de gasolina y una cerilla han bastado para prender la mecha e inflamar las calles y las plazas que van de Argel a Teherán pasando por Trípoli o El Cairo. Con ello queda demostrado el valor que esconden esos pequeños gestos que casi siempre pasan inadvertidos pero que, en ocasiones, son capaces de huir de los confines de la intrahistoria para ser, con todo merecimiento, Historia con inicial mayúscula.


El mundo se ha hecho pequeño. Gracias a internet, a las redes sociales y a los medios de comunicación de masas, hoy podemos saber en tiempo real qué es lo que ocurre a miles de kilómetros de nuestros hogares. Los lugares que antaño se nos antojaban lejanos hoy parecen estar a la vuelta de la esquina, a tan solo un clic de ratón. Y, por eso mismo, las pedradas de la intifada tunecina son capaces de la más increíble de las carambolas: la que permite que una piedra arrojada contra la policía en Túnez derribe al Presidente de aquel país, impacte en Hosni Mubarak, rebote en los surtidores de nuestra gasolinera de siempre y acabe impactando en las señales de 120 que encontramos cada día en nuestro camino. Así es, paradójicamente, como se hace audible el rumor del aleteo de las mariposas.

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