Opinión

SACRIFICAR LA VACA

Iván es un amigo coruñés con madera de emprendedor. Uno que, a pesar de los tiempos que corren y de que ser empresario nunca ha sido tarea fácil, ha decidido dejar una empresa ya consolidada para acometer un nuevo proyecto que, poco a poco, va convirtiéndose en realidad. Nada ha podido disuadirlo: ni los malos augurios, ni los titulares de prensa, ni el trabajo duro,... En lugar de procurarse excusas, Iván ha cerrado una etapa de su vida profesional y ha abierto otra que promete ser apasionante.


Su historia me recuerda la de aquel maestro samurai que, mientras paseaba con uno de sus discípulos, descubrió una casa pobre donde malvivían un matrimonio y sus hijos. El maestro, llevado por la curiosidad, se dirigió al padre y le habló: 'En este pueblo no hay campos fértiles, ni industrias... Dígame, ¿de qué viven?'. A lo que el hombre contestó: 'Tenemos una vaca y la ordeñamos diariamente. Vendemos parte de su leche y consumimos la parte restante. Así vamos sobreviviendo'.


El relato sigue explicando que, poco después, el maestro se dirigió a su discípulo: 'Ve a buscar la vaca de esa familia, llévala a un precipicio y despéñala'. El joven se sorprendió ante las instrucciones de su maestro pero las cumplió obediente. Y pasaron los años hasta que un día el joven volvió a aquel lugar, dispuesto a pedir perdón a aquella gente y a ofrecerle su ayuda. Pero, al aproximarse, descubrió un escenario muy distinto al de años atrás: casas grandes y cuidadas, jardines floridos, niños jugando por las calles, adultos laboriosos... El joven, asombrado, se dirigió a un viandante y le preguntó: '¿Cómo es posible que este sitio haya cambiado tanto?'. A lo que su interlocutor respondió: 'Verá: nosotros teníamos una vaca pero un día se precipitó por un barranco. Para sobrevivir nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y de desarrollar habilidades que no teníamos... Y así fue como conseguimos todo esto'.


En el fondo, la historia de aquella familia no es muy distinta de la de Iván y de la de tantos emprendedores que cada día rehúyen la seguridad de un salario, abandonan su zona de confort y arriesgan su tiempo y su dinero para alcanzar sus metas. Gente, en suma, que va en busca de la prosperidad -la suya y la de la sociedad en la que viven- y que, para ello, es capaz de sacrificar su vaca.

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