Opinión

El placer de viajar

Qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? No. Cambiar de ilusiones y prejuicios. En otro tiempo se necesi- taban tres semanas para atravesar el océano y se obtenía el visado en veinticuatro horas. Ahora se hace la travesía en un día, pero se necesitan tres semanas para obtener el visado.

Si se le pregunta al agraciado con el premio mayor de la lotería qué se propone hacer con su reciente fortuna, dirá que se dispone a viajar. Si se interroga a la persona ocupada en qué desea emplear sus vacaciones, responderá que viajando. Si al ocioso en qué invertirá su ocio, repetirá: “No hay nada como viajar”

Y es cierto, hoy en día no hay nada tan reventante como viajar.

Viajar, qué maravilla es viajar. ¡Pues no! Viajar es inaguantable. Empieza la incomodidad en el momento de querer disponer de billetes para un determinado día. Después viene el numerito de hacer las maletas. El de buscar asiento para toda la familia: “Aquí vete tú con la niña. Yo voy a ver si encuentro otro asiento libre más adelante.”

Pero, bueno, para qué les voy a contar como es un viaje. Todos lo han vivido: sed, calor, tortícolis, cansancio, señor gracioso que cuenta las particularidades de su vida privada... En fin, todo eso que se llama ¡el placer de viajar!

¡Ah!, se me olvidaba: ¿sabían ustedes que al amparo de la subida de los coches también suben los repuestos?

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