Opinión

Lo que se mueve en el PP

Rajoy, ayer durante la rueda de prensa tras la cumbre de la UE en Bruselas.
photo_camera Rajoy, ayer durante la rueda de prensa tras la cumbre de la UE en Bruselas.

El inmovilismo es un sanbenito que le han colgado a Rajoy desde mucho antes de convertirse en presidente de gobierno. Como también le han adjudicado la leyenda de que maneja los tiempos  como nadie, cuando su trayectoria está plagada de asuntos que le han salido mal precisamente por dejarlos pudrir en lugar de abordarlos nada más aparecer la punta del iceberg.

El caso  Bárcenas, por citar solo un ejemplo.

También se ha dicho de él que  se cierra en sí mismo, que es hosco y antipático, lo que no se corresponde en absoluto con la realidad, por eso suele sorprender  a quien se le acerca por primera vez. Es extrovertido y  con sentido del humor,  fácil de trato y respeta a sus  adversarios.  Mantiene unas excelentes  relaciones personales con Felipe González y con Alfredo Rubalcaba, y ha conseguido que  ahora sean buenas con Zapatero, con el que sin embargo nunca congenió excesivamente cuando era presidente de gobierno. Sin embargo no existe ningún tipo de calidez personal con Pedro Sánchez, pero en este caso incluso desde las filas socialistas se reconoce que es problema de Sánchez: siente una profunda animadversión personal por Rajoy, nunca disimulada. Y es evidente que esas relaciones que no se pueden calificar como tensas porque ni siquiera han tenido la oportunidad de tensionarse, están relacionadas con el supuesto cruce de brazos de Rajoy desde que el rey Felipe designó a Pedro Sánchez candidato a la presidencia de gobierno.

Nada más confirmarse esa designación , el presidente en funciones  decidió mantenerse en segundo plano para que el candidato no pudiera acusarle de poner chinitas en su camino para lograr la investidura. Sin embargo, una vez que esa investidura de Pedro Sánchez no tuvo el respaldo necesario, Rajoy ha empezado a moverse. Sin que se note, pero se mueve. 

movimientos

No tanto como desearían algunos de sus leales, que en privado se duelen del supuesto pasotismo del presidente de su partido y presidente en funciones del gobierno. Rajoy sin embargo cree que los pasos que da son los que debe dar. Con las fuerzas que pueden ser susceptibles de ofrecerle su confianza y, sobre todo, buscando la discreción. Su experiencia  de muchos años en cargos de responsabilidad política le ha llevado a la conclusión de que las más de las veces que fracasaron negociaciones entre partidos o entre gobiernos o entre distintas organizaciones, el fracaso estuvo directamente relacionado con el hecho de que los medios de comunicación recogían el estado de esas negociaciones. 

SORPRESA con RIVERA 

Rajoy, tras el encuentro que mantuvo con Sánchez a los dos días de las elecciones,  asumió que el líder socialista  nunca le facilitaría el gobierno cuando Sánchez se negó incluso a hablar con él sobre ese asunto. Es la razón de que le explicara al rey tras la primera ronda de conversaciones que no estaba en condiciones de ganar la investidura. Sin embargo sí pensó seriamente que podría llegar a algún tipo de acuerdo con Ciudadanos.  

Lo pensaba porque las conversaciones con Rivera eran cordiales, tanto las personales como las telefónicas, y cuando Rivera dijo públicamente que no se planteaba votar a favor de la investidura de Sánchez, sino que su partido debatía sobre el no o la abstención, a Rajoy no le sorprendió porque era lo que Rivera le había dado a entender.  Le costó creer que en apenas dos días cerrara un acuerdo de gobierno con Sánchez y, sobre todo, que mostrara tanta virulencia en los ataques al PP y a su persona, cuando el clima había sido tan distinto en las reuniones mantenidas.

No intentó hablar con Rivera para tratar de comprender las razones del cambio de actitud, siguió firme en su idea de no mover un dedo hasta ver qué ocurría con la investidura. Una vez fracasada, sí ha intentado retomar el diálogo con Rivera, y también con Sánchez, pero se encontró con que le respondían que solo se entrevistarían con él si acudían los dos juntos a la cita. Luego añadieron que esa actitud la mantendrían en su diálogo con otros políticos,  pero al menos Sánchez no cumplió el supuesto compromiso, pues se entrevistó a solas con Puigdemont, con Compromis, Izquierda Unida y el PNV.  

Rajoy volvió a insistir y la respuesta que tuvo fue que se reunieran los equipos negociadores,  lo que no aceptó porque consideraba que eran los líderes los que tenían que intentar acercar posiciones y, una vez conseguido, que empezaran a trabajar los equipos. Y cuando finalmente parecía posible la reunión a tres, Sánchez y Rivera, según fuentes de Moncloa, pusieron como condición que el encuentro debía  tener como punto de partida el texto del acuerdo firmado entre PSOE y Ciudadanos. Y tanto Rajoy como el PP respondieron que no se podía intentar negociar con un tercero en base a un documento ya escrito, porque eso  era un intento de adhesión, no de negociación.

¿Con esa postura han finalizado los intentos de diálogo de Rajoy con otras fuerzas? No.

Existen indicios de que se han podido producir conversaciones telefónicas entre Rajoy y Rivera en los últimos días, aunque nadie las confirma. Pero en uno de los dos partidos explican que Rivera pedía que se diera publicidad a un posible encuentro suyo con Rajoy –si Sánchez se veía a solas con otras formaciones, él se sentía con derecho a hacer lo mismo- pero que el presidente en funciones quería que fuera discreto pues, como hemos apuntado, recela de los buenos resultados de las negociaciones con luz y taquígrafos, prefiere ir cerrando capítulos sin presiones de ningún tipo y anunciar el resultado una vez que se hayan alcanzado acuerdos. Si se alcanzan.

conversaciones

Pero hay más. En el PNV admiten abiertamente que se han producido algunas conversaciones entre Rajoy y Urkullu, aunque no especifican si han sido telefónicas o personales, y tampoco el resultado. Pero sí cuentan  que al lehendakari le molesta que desde el sector socialista se dé a entender que estaría dispuesto a facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Reiteran además que las diferencias que les separan de Ciudadanos son muy profundas y que en ningún caso se sumarían a un pacto con Ciudadanos dentro.

Pero hay más.  El portavoz parlamentario Rafael Hernando no ha dejado nunca de mantener conversaciones con Juan Manuel Villegas, el vicesecretario general de Ciudadanos, no se ha roto ese puente aunque no se han producido avances. En cambio hace semanas que no habla de futuro con el portavoz socialista, Antonio Hernando, que además de ser persona del círculo más próximo a Sánchez forma parte del equipo negociador del PSOE.  Y llegan también más rumores sobre  los movimientos de Rajoy: conversaciones con destacados miembros del PSOE que hoy no tienen peso institucional pero sí influyen en el partido.  ¿Quiénes?  Hemos apuntado que tanto Felipe González como Rubalcaba se llevan bien con Rajoy y siempre han cambiado opinión sobre cuestiones de Estado. Pero no son los únicos. 

Antes del 2 de mayo Rajoy o Sánchez  están obligados a culminar sus negociaciones, encuentros, reuniones y llamadas telefónicas para conseguir los votos necesarios para su investidura. Si no lo consiguen –y hoy todo está muy abierto-  se convocarán de forma automática nuevas elecciones. El 26 de junio.

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